Opinión | Para cambiar

Opiniones de un accionista del Sabadell

El último intento de absorción bancaria lanzado por el BBVA

Cuando acabé la carrera en Bilbao, el Banco Vizcaya me seleccionó para incorporarme a su plantilla y, tengo que confesar que aquella entidad, tenía un proyecto de futuro que me gustaba un montón, aunque al final decliné y opté por iniciar mi carrera laboral en la auditora Arthur Andersen. De aquel Banco innovador solo queda la V del actual BBVA. Su presidente Carlos Torres, proveniente de la consultora Mackinsey, llegó al cargo del Banco en 2019, un poco de rebote –según dicen algunos críticos con su labor–, después de que Francisco González se viera forzado a salir anticipadamente del grupo por el caso Villarejo. Desde entonces, la toma de algunas decisiones han sido objeto de desaprobación al etiquetarlas como dudosamente razonables. Ha sido el caso de la renuncia a mejorar su oferta por el Sabadell en el año 2020 (ese era, sin duda, el momento adecuado para comprarlo), el empeño de volcarse en México (tiene el 25% de cuota de mercado) en un país bastante inestable, el haber salido de Estados Unidos liquidando su presencia en el negocio retail de la primera potencia económica mundial, y la compra del Banco Garantí, que después de pagar una pasta está muy lejos de rendir el retorno esperado a la desmesurada inversión.

Su consejero delegado, el turco Onur Cenç, también ha sido criticado por su influencia determinante en la compra del Banco Garantí en Turquía cuando el BBVA tenía otras opciones de adquisiciones mas estables y rentables en otros mercados.

El caso es que, cuando escribo esto –el domingo 5– no sé que decidirá mañana el consejo de BS sobre el asunto de la propuesta de fusión, pero tengo claro que el BBVA, si quiere triunfar, tiene que resolver la discrepancia en el precio de intercambio y en el reparto de poder en la entidad resultante.

En cuanto al intercambio, según yo lo veo, el pagar la totalidad de la compra del Sabadell con acciones de BBBVA, no deja de ser una permuta de papelitos que gusta poco a los accionistas de la entidad presidida por Oliu. Me recuerda aquello del gran empresario Cardín, que según se dice, cuando vino a visitarlo Ruiz Mateos, propietario de Rumasa, con la intención de comprar la magnífica empresa El Gaitero, le preguntó Cardín: ¿y como la va a pagar?. Con Rumasinas, contestó Ruiz Mateos. A lo que el genial Cardín respondió: ¿por qué no le compro yo Rumasa y la pago con gaiterinos?

Siguiendo con lo de la fusión de los dos bancos, como decía, me temo que si no hay una mejora en la combinación de intercambio con una prima mayor y una parte en cash, la operación seguramente va a naufragar. El BBVA si persiste en su oferta actual sin mejorar condiciones, para hacerse con el Sabadell, tendrá que acabar recurriendo a lanzar una OPA hostil, lo que puede suponer un perjuicio reputacional para su alta dirección, pues todo el mundo sabe que a las opas las carga el diablo.

Yo como accionista modesto del Sabadell, les contesto a los lectores que me han preguntado que, antes de tomar una decisión precipitada sobre sus títulos, lo mejor es esperar y ver si se mejora la oferta actual o se deciden por una OPA no amistosa.

Otra cuestión importante, es que, en el caso de que la operación se consumara, los empleados de la entidad catalana deberán tener presente que, y lamentablemente en esto no me equivoco, se recortará alrededor del 40% de la plantilla y de la red de oficinas.

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