Opinión

Vindicación de la bandera

Sobre el respeto a la enseña nacional

¿Por qué muchos ciudadanos consideran rancio o incluso detestable el respeto a la bandera? ¿Por qué quienes respetan sin fisuras ese símbolo común echan de menos en este país el reconocimiento y el orgullo que manifiestan hacia su propia enseña los ciudadanos de otras naciones, donde se iza cada día de manera solemne no solo en cuarteles sino incluso en centros de enseñanza?

Seguramente ese distanciamiento de varias generaciones hacia los símbolos patrios tenga que ver con que durante décadas algunos se apropiaron de ellos, con intención posesiva y excluyente. Eran los mismos que querían mucho a España, aunque la querían para ellos solos. Arribó la democracia y dibujó en la Constitución un sistema de libertades y una bandera común. Sin menosprecio de otras pero principal y señera como reconocimiento de valores de identidad común.

Ha habido durante años frecuentes ataques a la bandera. Que persistan, sin embargo, en el Código Penal delitos trasnochados como el de ultraje no ayudan a “normalizar” el acatamiento general, por mucho que duela al patriotismo que algunos tontainas a los que ampara la libertad de expresión la traten como un trapo. El estandarte rojo y gualda, como la democracia misma, da cobijo incluso a quienes pretenden desguazarla. He ahí uno de los detalles de su grandeza.

La bandera, como el himno nacional, son alegorías que representan la unidad de todos los españoles. No hacen falta cien banderas para que respetemos un símbolo que nos una a todos, sino una que todos respetemos, incluso los españoles que no sientan serlo. Abrazar como propia la bandera de España no es sinónimo de pertenecer a una facción ultramontana, ni simpatizar con Vox o con el PP, no se trata de un atributo de partido, ni de izquierdas ni de derechas. Basta con ser ciudadanos y respetar la ley, incluso aquellos que consideran que un trozo de tela no puede encarnar a un país entero, con todos sus territorios dispares y sus dispares habitantes.

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