El Mojito

Las sillas, ese tesoro mateín

David Orihuela

David Orihuela

Dice el Alcalde que en San Mateo no hay sillas para sentarse. Ayer, en el Paseo del Bombé me hubiese hecho rico si organizo una subasta de la mesa y sus sillas en la que comí el bollu. Si algo sabe un ovetense es que si quiere coger el sitio perfecto el Día del Bollu, toca madrugar. Tampoco es una cosa loca, que nos sentamos pasadas las doce y media. Media hora después, lo de conservar las sillas cuando uno de los comensales acudía al servicio o a pedir consumiciones a la barra era una tarea que requería enorme paciencia. Me sentía entre orgulloso terrateniente e inquilino acosado. "No, señora, están todas ocupadas", "No, lo siento, es que no nos sobra ninguna". "¿Pero, os vais a quedar mucho tiempo?". Bueno, mi intención no es quedarme a vivir en El Bombé y ya se sabe que en San Mateo el tiempo es relativo, que un vermut se puede convertir en un concierto de Melendi. "¿Pero, vais a comer el bollu en esta mesa?". Sí, señora, no salgo habitualmente con esta bolsada y esta navaja suiza que usted ve. Y ahí, otra. Había algunas casetas que no permitían comer el bollu en su terraza, solo la comida que ellos venden. Las bases de la concesión de terrazas deberían dejar claro que el 21 de septiembre los ovetenses pueden llevarse su bollu y pedir las bebidas. Es el Campo San Francisco, es el sitio para comer el bollu. Al irnos hubo conato de tangana entre dos grupos por pillar sitio.

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