La privatización de Oviedo

Sobre la gestión del suelo en zonas estratégicas de la ciudad

Gaspar Llamazares

Gaspar Llamazares

Tratar de urbanismo es hablar de los espacios que la ciudad ha ido generando a lo largo de la historia para dar respuesta a sus problemas sociales y humanos.

Hoy, lo que realmente preocupa, es reorientar todos los instrumentos urbanísticos para amortiguar las consecuencias del cambio climático como estrategia de renaturalización: reducción de coches, puesta en valor de áreas naturales, políticas de viviendas y transporte público.

Sin embargo, nuestras ciudades están siendo privatizadas y negar el espacio público es negar la ciudad. Partes significativas de la ciudad están en poder privado u operan con mentalidad privada.

El ejemplo más lacerante en Oviedo es la entrega al beneficio privado de La Fábrica de Gas y se hace desde el impulso de la administración local.

Por otra parte, muchas administraciones actúan como agentes privados que facilitan negocio a una empresa. Hay un mantra dominante: lo privado gestiona mejor que lo público, no es cierto. Muchos privados dejan muertos a las administraciones para que los entierren. Todos pagamos esas pérdidas.

A veces, el argumento del patrimonio industrial como una tapadera. Con la excusa de rehabilitar patrimonio, como en la Fábrica de Gas, se pretende conseguir aprovechamientos privados desmesurados.

Otra cosa es la colaboración público-privada que permita que los aprovechamientos públicos no se transfieran a los agentes privados y que respeten el patrimonio de la Fábrica de Gas y las dotaciones públicas de El Antiguo.

En Oviedo abunda suelo público en zonas estratégicas: Fábrica de la Vega y Cristo. Dos áreas que pueden apuntalar el crecimiento de la ciudad y el Área Metropolitana Central de Asturias. Sin embargo, este suelo público lleva muchos años bloqueado, sin colaboración entre administraciones y sin que nadie asuma esa responsabilidad.

En cuanto al Cristo, se trata de definir un proyecto global y no que cada administración se ocupe de su parte sin un proyecto general, fiándolo todo, con mentalidad privada, a las plusvalías de la venta de pisos para financiarse. Esto no es la política pública que necesita Oviedo.

Algo parecido ocurrió en un principio con respecto a la Fábrica de la Vega que es suelo, por excelencia, estratégico, central. ¿Por qué está parado? Porque las administraciones se han acostumbrado a actuar como agentes privados. Hay que desbloquear y poner en valor ese espacio.

En definitiva: si se pierde la batalla de la privatización de la ciudad, se está perdiendo también la oportunidad de visibilizar los problemas sociales. La ciudad, protege a las clases medias y trabajadoras, es el lugar de la memoria, y el mejor medio para la lucha contra el cambio climático. Hagamos que Oviedo crezca.

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