Una nueva manera de entender la fibromialgia

Estudios recientes apuntan a un desplazamiento del eje del tratamiento de la reumatología a la neurología y la psiquiatría

fibromialgia

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Ángel García Prieto

Ángel García Prieto

Se acaba de publicar y difundir, en ámbitos profesionales médicos relacionados con esta enfermedad, un resumen titulado "Fibromialgia: un desorden neuroinflamatorio de la percepción del dolor" que recaba importante información sobre esta afección, que afecta en la práctica clínica a una población de entre el 0,7 al 20 por ciento, preferentemente de mujeres.

Se trata de una enfermedad que se caracteriza por el dolor crónico y generalizado, por una sensibilidad aumentada al dolor sordo, quemante, punzante y acompañado de trastornos del sueño, ansiedad y depresión. Y que muchas veces paraliza a la enferma por la rigidez musculo-esquelética al principio del día y que va menguando con el transcurso de la jornada.

En muchos casos, se trata de una autentica depresión psíquica que limita todas las actividades y que conforma un modo de estar como enferma crónica y más o menos desesperanzada. Hace décadas, los psiquiatras, en muchos casos, las diagnosticábamos como "distimia" y, con el paso del tiempo, estas pacientes han ido "emigrando" a las consultas de reumatología, para ser tratadas con fármacos antirreumáticos y analgésicos, cada vez más potentes, que por otra parte tienen efectos secundarios que complican en alguna medida las molestias del síndrome global que padecen.

Esta publicación afirma que se ha llegado a un avance de conocimientos como para poder afirmar que esta patología realmente se caracteriza por la sensibilización del Sistema Nervioso Central y los cambios en la forma en que el cerebro procesa y amplifica el dolor. Es decir, que no es un dolor de tipo reumático que afecta a articulaciones, estructuras óseas y/o musculares, o incluso viscerales, sino que es un problema de modulación de los centros cerebrales del dolor. Y que por tanto es en esas estructuras complejas cerebrales relacionadas con el dolor donde habrá que poner la atención para el tratamiento.

De hecho, algo ya se hace desde los últimos años, en los que fármacos hasta ahora sólo considerados como antidepresivos y tranquilizantes se han comenzado a usar con una cierta acción benéfica.

De modo que es posible que se pueda ir viendo un traspaso de pacientes desde los ámbitos de la reumatología a los de la neurología y la psiquiatría, para poner la atención preferente en terapias de esos ámbitos, sin olvidar que la ayuda de la psicología pueda ser también beneficiosa. Porque el problema se ve que es central, cerebral, no muscular, óseo o articular; es central, no periférico.

Pero también hay que tener en cuenta que este cambio de funciones terapéuticas no se hace de un día para otro. Será cuestión de ir adaptando de manera paulatina las terapias y el sistema sanitario hacia ese centro neurálgico –nunca mejor dicho– de los trastornos cerebrales.

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