El fado, desde Lisboa a Lugones

Ángel García Prieto

Ángel García Prieto

"El fado es todo lo que digo

Y lo que no sé decir"

Anibal Nazaré

La intrínseca versatilidad del fado abre nuevos caminos, evoluciona, gana adeptos y sigue adelante como expresión de un sentimiento muy portugués, pero también muy universal, como acertadamente expresó la famosísima Amália Rodrigues al comentar el contenido poético de su fado "Estranha forma de vida" en el periódico Le Monde. Decía que ella había adoptado el fado "por una lúcida constatación del poder absoluto del destino (…) Nunca he forzado nada, me he pasado la vida entera sentada esperando que fuera llegando mi vida. Mi destino ha sido feliz, extraordinario, pero si hubiese sido lo contrario, lo habría aceptado igual".

Ahora, tras ella y un par de generaciones más, conviven fadistas maduros con jóvenes, os novos. los prometedores músicos, letristas y voces que renuevan el fado en sus interpretaciones. Son Carminho, Sara Correia, Angelo Feire, Ana Moura, Carlos Leitão... por citar sólo algunos de varias decenas principales y muchos centenares ya no tan conocidos. Todos ellos cantan la saudade, ese "deseo de la cosa o la persona amada, que en dolor se convierte por su ausencia", como la definió el poeta Teixeira de Pascoaes; saudade que se canta desde hace dos siglos, en algunas calles de Lisboa y marcha por el mundo a la búsqueda de tanta gente que sintoniza con su poesía y su música, desde el Japón a Noruega, pasando por Nueva York o Roma....y Lugones, para esta tarde espléndida que se anuncia en el Centro Cultural.

Del fado se dicen cosas muy diversas, a veces poéticas, adjetivos que lo acotan demasiado o tópicos universales, pero en cualquier caso sobre esta poesía musicada hay un algo místico, un nimbo de fascinación o de sentimiento que llega al alma. No sólo las palabras, también la melodía, los tonos, el vibrato (gemido), los gestos, la indumentaria y la escena cantan, lloran, ríen, expresan los celos, la añoranza, el amor a la madre, la soledad, el orgullo de la tierra o la esperanza. Su nombre tiene que ver con el fatum latino, que hace referencia al destino y a los ineludibles deseos de los dioses. "Es un estado del espíritu", decía Amália Rodrigues.

El cantante solista (fadista) establece un diálogo de palabras, melodías, ritmos, tonos, gestos y los silencios que aprovechan los instrumentos para protagonizar su contracanto o diálogo entre las guitarras y las violas y sirve de respiro entre dos fases vocales. Generalmente, el fadista se acompaña de una guitarra portuguesa, que marca la melodía, y una viola (muy similar a la guitarra clásica), que acompaña, y a veces una viola baixo, que sirve para marcar más el acompañamiento y el ritmo. En el momento actual hay un numeroso elenco de músicos –guitarristas, violistas, baixistas– muy buenos, de gran sensibilidad y notable maestría demostrada, en las tres generaciones sucesivas, que abren un panorama amplio y largo en la continuidad fadista.

Los fados más antiguos y característicos son los fados castiços, clasicos o fados-fado. En ellos se pueden oír las mismas músicas con letras diferentes y todo tipo de variaciones sobre una base melódica común y sencilla, que aporta la voz del fadista.

El fado ha conseguido ir encontrando nuevas expresiones, con versatilidad que facilita el acercamiento a públicos no aficionados, a través de fadistas estilistas que le dan toques de novedad sin perder su esencia. Quizá por todo esto se pueda esperar que el fado siga cantando tanto los amores perdidos, la desgracia de los celos y la lejanía de la propia tierra –así como la alegría de las fiestas, la belleza de las mujeres, la valentía de los campinos del Ribatejo o la bravura de sus toros y caballos; pues también hay un fado alegre– como todo aquello que continúa conformando los sentimientos, la intimidad y la libertad del alma portuguesa.

El fado sigue muy vivo, celebra su presencia en el Patrimonio Cultural de la Humanidad y vive otra época de oro, tras aquellas décadas de mediados del siglo pasado en que consiguió su madurez en Lisboa y se expandió, con Amália Rodrigues como embajadora, por los escenarios y las emisoras del mundo entero.

Y este sábado está en Lugones....

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