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El legado en Vitoria del Pitu

Sivera, a quien hizo debutar en Primera, y Laguardia, al que intentó fichar, son los únicos supervivientes de la histórica primera etapa en el Alavés de Abelardo en su regreso a Mendizorroza

Abelardo abraza a Codina, delegado del Alavés, en la ciudad deportiva vitoriana. | RSG

Antonio Sivera. Quédense con ese nombre, con el del portero nacido en Xàbia. Porque hoy, salvo sorpresón, será el único que esté vestido de corto, de azul y blanco, en el estadio Mendizorroza, de aquella brillante hornada que maravilló del Deportivo Alavés (2018-2019), que enamoró a Vitoria y que resucitó Abelardo tras coger al equipo en los huesos en diciembre de 2017, cuando los vascos eran penúltimos. Sivera será titular, salvo cambiazo de Luis García Plaza, algo muy imprevisto. Ya lo fue en la emocionante despedida del Pitu en su primera etapa en Vitoria, con victoria para los locales ante el Girona (2-1).

Aunque aquella campaña era suplente habitual de Pacheco. Hubo lágrimas para Abelardo, héroe, que las recordaba con emoción este jueves en sala de prensa. "Inolvidable", confiesa. También estará Víctor Laguardia, claro. Uno de sus "hijos" futbolísticos y al que quiso traer a toda costa este verano a Gijón. A uno (Sivera) lo hizo debutar. A otro (Laguardia) lo convirtió en referencia en el Alavés. Su extensión en el campo.

Hubo contactos, diga lo que se diga. Sobre todo, antes del cambio de propiedad. En la hoja de ruta de Javi y Fran Rico y, sobre todo del técnico gijonés, figuraba este central aragonés, que acababa contrato con la entidad vitoriana y cuyo futuro estaba en el aire por muchos factores. Era una oportunidad de mercado. Pero cara. Y, en definitiva, complicada. El Pitu tomó las riendas de la operación y mantuvo varias conversaciones con Laguardia. También hubo un sondeo, una declaración de intereses de la dirección deportiva del Sporting a Bahía, manteniendo alguna conversación con Gustavo Cañizares, agente del defensa central.

Era muy pronto para tomar una decisión. Laguardia esperó porque confiaba en renovar. Al final acabó haciéndolo en octubre. De hecho, hoy no se le espera aún convocado al estar todavía muy verde físicamente. Además, el coste económico de la operación era inasumible para el Sporting. Pero este jugador era el deseado. El cambio de propiedad, y, sobre todo, la llegada de Cali Izquierdoz, redujo las opciones, pese a que se mantuvieron algunas comunicaciones entre el técnico del Sporting y el zaguero, libre. Encima se colaron más equipos en medio de ese culebrón entre Laguardia y el Alavés: Granada, Huesca...

Ni siquiera las diferencias del capitán con Sergio Fernández, director deportivo del Alavés, daban opciones a un Sporting sin fuerza económica tras firmar a Insua y a Cali. "No es imposible, pero sí difícil", comentaba Abelardo. Orlegi negociaba por Micevic, entre otros, y se tenía en el radar a Bamba, que terminó llegando para completar la nómina de centrales, pese a que Laguardia seguía en el mercado.

Paradojas del destino. Este Sporting que llega hoy a Vitoria con ganas de seguir entre los primeros clasificados y dar continuidad al triunfo ante el Eibar tiene casi más mimbres de aquel histórico Alavés que los que tiene hoy en día mismo club blanquiazul, que ha experimentado una profunda transformación tras regresar a los infiernos. En el Sporting está cuerpo técnico completo del Pitu, quienes han estado en alguna de las dos etapas, o en ambas, y Jony, ídolo aquella campaña. Fue, con casi total seguridad, la mejor del de Cangas del Narcea en Primera. Llegó a estar en el radar de la selección, en la prelista. Duarte, Rioja, y, de vez, en cuando Javi López (del filial) –además de Laguardia y Sivera, que estuvieron en ambas– fueron los que pertenecieron a la segunda etapa del Pitu en Vitoria. Esa resultó más negra.

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