Alteración de la microbiota y un cuento surrealista

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

Me dice el doctor que tengo alterada la microbiota, me aclara que es lo que antes llamaban flora intestinal, nombre mucho menos impresionante que microbiota, que te lo dicen así de pronto y sobrecoge un poco, pero me razona que lo cambiaron porque son microorganismos que nada tienen que ver con una planta y que les va mejor el nombre de microbiota, que digan lo que digan a mí me parece más el nombre de una seta de esas que parecen buenas, pero que no lo son: microbiota quorum sensing, ¡ojo!.  

La alteración periódica de la microbiota que padezco tiene mucho que ver con los periódicos. Me explico. Las noticias relacionadas con el expolio del IPLA me trastornan la función intestinal, me pone el sistema nervioso como una pila y se me engrifa el único pelo que me queda en la cabeza. No lo puedo evitar.

Cuando dieron los nombres del premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica de este año a Jeffrey Ivan Gordon, Bonnie Lynn Bassler y Peter Greenberg, por el estudio e investigaciones determinantes de las bacterias y demás bichos microscópicos que tenemos dentro de nuestro cuerpo y relacionados con la salud, dieron también detalles de su trabajo y hablaron de la investigación del microbioma, de la microbiota, de los microorganismos y todo eso. Hombre, pensé yo, mira la microbiota que me comentaba mi médico de cabecera. Y claro, vas a google a ver de qué va la cosa y si lo que hacen estos premiados es medianamente compresible. Es apasionante.

Bassler y Greenberg se dedican al estudio de la comunicación de las bacterias entre ellas, y saben que se conocen, que conocen a sus vecinas, cuantas son, que segregan y se pasan señales entre ellas, que se dan mus con la bonita siendo mano, y que adoptan comportamientos distintos en función de la densidad de población, algunos produciendo dañinos resultados para el cuerpo humano.

Jeffrey Gordon fue el primero en el estudio del microbioma humano,  esos microorganismos presentes en el sistema digestivo, que hablan y se comunican con nuestras células y efectúan tareas fundamentales para ellas zampando nutrientes que el cuerpo humano es incapaz de metabolizar, esos estudios han llevado al trasplante de una persona a otra de bacterias fecales -sí, sí, fecales- para el tratamiento de algunas enfermedades intestinales, mediante el cual también se pueden transferir los rasgos de comportamiento y determinar y resolver algunos conductas sociales. O sea, que la microbiota, no solo determina la salud, sino que, como los sacramentos, imprime carácter.

Con ese descubrimiento, a uno le queda la duda de que hubiera pasado si se hubiera realizado un trasplante fecal a tiempo en algunas personas, ¿se hubiera evitado su mal comportamiento y peor proceder en la  usurpación del IPLA a Villaviciosa? No sé.

El profesor Gordón, dijo la prensa, era quien iba a efectuar la inauguración del edificio del nuevo IPLA en Oviedo. Lamentablemente el reciente fallecimiento de su esposa le impidió venir a Asturias a recoger el premio y efectuar la visita prevista. Una oportunidad que privó a nuestros investigadores del IPLA de la presencia y lección magistral de uno de los investigadores más reconocidos a nivel mundial.

Pues sí, en Villaviciosa todavía los consideramos nuestros investigadores, igual que el IPLA  todavía es nuestro IPLA, y creo que aunque se dedique a otra cosa, y esperemos que no pase como con el de la Escuela de Capataces, se tardará mucho en cambiar de nombre al edificio. Aquí lo nacieron y comenzaron Juan Carlos Bada Gancedo y tres investigadores más en 1990. Aquí el Instituto creció formando nuevos científicos y llevando a cabo tesis doctorales, tesinas y cientos de artículos científicos y proyectos de investigación, algunos con reconocimiento a nivel mundial.

Sí, es algo de lo que todavía podemos presumir, porque el IPLA todavía está en Villaviciosa, y podría seguir estándolo por muchos años más, si se hubiera ampliado el edificio cuando se consignaron cuatro millones de euros para su reforma y ampliación. Nos hubiéramos ahorrado los doce o trece que se van a gastar en el de Oviedo, pero eso no importa, ni hay malversación, está hecho con dinero público y ya aclaró aquella ministra que el dinero público no es de nadie.

Sí, lo sentimos como nuestro y por eso nos duele su pérdida.

Lo que tampoco entiendo es por qué iban a llevar al doctor Gordon a inaugurar un edificio vacío cuando tienen el de Villaviciosa lleno a rebosar y podrían presumir contándole su historia y sus logros in situ. Sacar a alguno de los premiados fuera de la capital, en el Ayuntamiento de Oviedo levanta ronchas, pero hombre, inaugurar un edificio vacío puede ser algo surrealista:

“El científico llegó a la inauguración del edificio puntual, iba al estreno oficial de un edificio vacío y él iba a tener el honor, supongo que igual que los augures de la antigua Roma, de constatar las buenas condiciones para las que había sido construido el inmueble.

El científico descubrió la placa conmemorativa colocada en la pared exterior. Aplausos.

El edificio era grande, imponente, moderno, no podía ser menos con lo que se habían gastado en él. La comunidad científica local, el arquitecto, el alcalde y políticos afines estaban exultantes, alborozados, muy contentos, de traje y corbata ellos, con un outfit formal para una inauguración de mañana de otoño ellas.

Alguien elegido para ello le fue mostrando, una a una, todas las estancias vacías al docto invitado.

-Pues esta está prevista para esto, y en esta otra para aquello, y en aquella de más allá pondrán lo otro. Fíjese, fíjese en esta pared –dijo golpeándolo con los nudillos-, en esta pared se podrán poner los retratos de los benefactores sin que se caigan. 

-Además de las paredes ¿tienen ustedes algo terminado?. Preguntó el hombre con un marcado acento inglés de Nueva Orleans.

-Sí, sí, claro, los servicios. Mire, mire que servicios, para hombres, mujeres y personas con discapacidad.

-¿Puedo utilizar el de hombres? Lo necesito.

-Claro, claro. Pase usted.

Aunque modernos estudios aconsejan a los hombres hacer pis sentados en la taza, el septuagenario profesor prefirió hacerlo por el método tradicional, de pie y en una tacilla de pared, mientras, era observado en silencio, desde la puerta, por la comitiva.

Una breve sacudida y el retranqueo de la parte glútea, indicaron el final de la micción. Subió la cremallera, pulsó el botón de la cisterna, lavó las manos y las colocó bajo el secador de aire. Aplausos.

En una de las salas más amplias, un servicio de catering colocó una mesa con pinchos de tortilla de patata, croquetas, tacos de queso manchego y jamón ibérico, en lo que se da en llamar “un vino español”, algo ligero porque después tendrían que ir a comer a un restaurante de fama y caro. La originalidad consistió en que el vino era servido en matraces y los vasos eran tubos de ensayo.

Los discursos fueron breves, cosa que los asistentes, en pie por no tener donde sentarse, agradecieron. Aplausos.

Cuando el premiado profesor se iba, volvieron a sonar los aplausos, se escucharon algunos vivas y un ¡hala Oviedo!.”

Efectivamente la inauguración no hubiera sido así, probablemente habrían puesto alguna silla y el catering sería más abundante. Esto es solo un relato ficción, un poco mordaz, pero nada más. Además no creo que hubiera nadie de Villaviciosa en el acto que pudiera contarnos cómo fue, a estos actos no se suele invitar a los perjudicados.

¿Qué va a ser del edificio de Villaviciosa cuando se vayan a Oviedo?, le preguntaron a la actual directora del centro. “Desde la Consejería de Ciencia dicen que quieren aprovechar el edificio, aunque aún no sabemos cómo. Esperamos que así sea, porque el polo de agroalimentación es esencial en esa zona”. ¡Anda!. ¿Y por eso se llevan el IPLA a Oviedo?. ¿Pero no iba a ser el IPLA motor dinamizador de ese polo de agroalimentación en esa zona?. Solo le faltó añadir: “Pobres, me da una penina”.

La mi microbiota va a chiflar.