Sociedades, cofradías y capitalidad gastronómica

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

No cabe duda de que la designación de la ciudad de Oviedo como Capital de la Gastronomía de España 2024 es una muy buena noticia para la hostelería, turismo y comercio de la capital y de toda Asturias.

El pasado año, coincidiendo con las XXVIII Jornadas Gastronómicas y Culturales de les Fabes y dentro de las actividades que realiza la Cofradía de Amigos del les Fabes del Principado de Asturias, organizó esta Cofradía con sede en Villaviciosa, una mesa redonda titulada Faba Experience, en la que los intervinientes analizaron el potencial del turismo gastronómico, desde su parte agrícola a la cultural, tanto en el sector público como el privado , que puede generar un producto como es la faba asturiana, que es símbolo gastronómico por excelencia del Principado, mimada en las principales cocinas de todo el país e imprescindible en la definición de la marca Asturias.

En ella se puso de manifiesto la importancia de la oferta gastronómica para un tipo de turista que a la hora de elegir destino, busca y valora la cultura culinaria, el estudio y la degustación de los platos y bebidas con cualidades propias y su relación con el paisaje, la historia y la cultura del lugar, que la gastronomía mueve un gran porcentaje del turismo en Asturias, que la gastronomía en Asturias recibe casi un 9 en la valoración de los que nos visitan, y que les gusta descubrir, conocer y aprender la cultura culinaria asturiana, que supone, además, una importante fuente de ingresos en la economía local.

Fueron las ferias y festivales los primeros en exaltar los productos locales o provinciales, el Festival de la Manzana y de la Sidra de Villaviciosa, que comenzó en el año 1960, fue el primero que se realizó en Asturias, y uno de los primeros de España, detrás vinieron otros con mejor o peor fortuna por toda la geografía astur celebrando y promocionando distintos productos de la huerta, el mar y la montaña. En todos ellos se efectúan exposiciones y ventas de los productos festejados, se cuenta su historia, se realizan rutas temáticas, se preservan con denominaciones de origen protegidas, se declaran de interés turístico y, sobre todo, con degustaciones y jornadas gastronómicas en los que el ingrediente principal es producto que se venera.

En torno a estas ferias y festivales aparecen las Sociedades, Cofradías y Hermandades enogastronómicas, como adalides y valedores de esas bebidas, frutos, productos, platos y elaboraciones. Las Cofradías, nacieron en los siglos XVI y XVII, muchas de índole religiosa, como ayuda en las necesidades sanitarias y de entierro a sus cofrades, generalmente pertenecientes a un gremio y bajo la advocación de un santo. Con el tiempo, algunas, derivaron en defensoras y mantenedoras de un conjunto de conocimientos, saberes, recetas, artes y artesanías del buen comer y beber, encomendándose en vez de un santo a una comida, bebida, guiso o alimento, celebrándolo, protegiéndolo y promocionándolo, manteniendo sus rituales y atuendos antiguos, celebrando solemnes Capítulos y realizando protocolarios juramentos en defensa de su loado y favorito yantar. Yantares que, por lo general, fueron, o son, parte de los alimentos cotidianos del lugar, algunos denostados y considerados un tiempo “comida de probes”, que ahora pasan, de alguna manera, a ser ritualizados y considerados comida de fiesta, y de ser consumidos en las casas del aldeano o del pescador, a formar parte de la carta de acreditados restaurantes, tanto dentro como fuera de la zona de producción, y muy demandados por turistas y veraneantes. 

Estas Cofradías juegan un papel importante, no solo en la promoción, honor y gloria del producto o plato que defienden y custodian como los caballeros de la leyenda artúrica, rescatando conocimiento y desaparecidas recetas de su culinaria particular, promoviendo su difusión y consumos, también tratando de recuperar el modelo de alimentación de la cocina tradicional, y frenar la aculturización de la  fast food, generalmente de comida junk food (dos anglicismos que como todos ustedes saben, significan comida rápida y comida basura, que en inglés parece que es más rápida  y más basura, pero que al consumidor joven de zonas urbanas y con poco dinero, se la sopla). 

Tiene Oviedo varias Cofradías gastronómicas importantes: Amigos de los Quesos, El Desarme, Doña Gontrodo, Círculo Gastronómico de Amigos de los Quesos Asturianos y del Torto de Maíz,  y seguro que todas ellas se habrán tenido en cuenta y jugaron un papel importante para designación de Oviedo como capital gastronómica de España. Otras quince o más, se reparten por el resto de municipios del Principado. En Villaviciosa, además del Gran Consejo de la Manzana y de la Sidra que dirige la Hermandad de los Caballeros Defensores de la Manzana y de la Sidra, muy poco activa últimamente siendo, probablemente, la más antigua de las de Asturias, está  la más moderna y dinámica de Amigos de les Fabes del Principado de Asturias. Todas habrán de aportar y jugar un papel importante a mayor gloria de la capitalidad gastronómica ovetense y la enogastronomía asturiana.

No me resisto a recordar aquellas Sociedades gastronómicas villaviciosinas de la segunda  mitad del siglo XIX, de un carácter mucho más lúdico y epicúreo que unían y hacían afectuosas y cordiales las relaciones de todas las clases sociales, dice el escritor maliayo Ramón del Valle, miembro de la denominada de “Los Venticuatro”, con local social en la bodega de “Botellines”, que las llama sociedades báquico-gastronómicas, y las de “La Sinagoga” y “El Orfeón”, esta última llegó a tener, organizada por uno de sus componentes, una orquesta de cuerda con violines, violas, chelos y un contrabajo, que amenizaba las sobremesas y bailes, tras los banquetes que realizaban en la amplia terraza del palacio de El Puntal. Esto nos indica que las reuniones para gozar de la buena mesa en agradable compañía, venerar la amistad y recrearse en la música y la canción, en Villaviciosa, viene de lejos.