De cómo los gijoneses inventaron sus "escuelas de democracia"

"El tejido asociativo es una de las fortalezas de la ciudad"

ASTURIANOS EN GIJÓN: Pedro Roldán

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Pedro Roldán, Presidente de la Sociedad Cultural Gijonesa. Tiene 52 años y trabaja en la empresa municipal de transporte como conductor de autobús. Sus padres llegaron a Gijón con la industrialización y se crio en las Mil Quinientas, el polígono de Pumarín que acogió a tantos trabajadores emigrantes. Preside una de la entidades culturales de referencia en la ciudad.

"El Gijón contemporáneo es un hijo directo de la revolución industrial. Gijón se vertebró históricamente en torno a dos patas. Dos patas que, en ocasiones, han estado enfrentadas y, en ocasiones, han sido complementarias. Ambas han conformado el carácter de Gijón. Por un lado es fruto de la herencia de una burguesía comercial industrial, pero sobre todo comercial. Con una cierta mentalidad cosmopolita, ligada a un puerto de mar. Burguesa, liberal y en cierta manera ilustrada. Sería, para entendernos, Jovellanos. Esa una pata. Otra pata, fundamental, es una estructura obrera. Pero con la peculiaridad, la de ser, históricamente, una clase trabajadora muy organizada, con muchas estructuras de carácter asociativo a nivel cultural, vecinal. La combinación de esas estructuras históricas ha generado un modelo de ciudad donde el tejido social tiene un peso muy específico que no encuentras en otras ciudades de Asturias o de España".

"Es una peculiaridad que genera un carácter muy contestatario, el de los gijoneses. A veces, en broma, una persona me decía una vez: ‘En Gijón no sois combativos, sois repunantes’. Y es verdad que a veces eso es difícil de gestionar. Pero es porque, precisamente, a ciudad tiene un tejido social muy estructurado, que creo es uno los elementos fortaleza de la ciudad".

"Al ser hija de la revolución industria, es verdad que Gijón vive una cierta decadencia. El declive de los modelos industriales la están afectando, por ejemplo demográficamente. Somos una sociedad bastante envejecida, pero mantenemos un tejido asociativo muy potente que sorprende, por ejemplo, a muchas personas que traemos a nuestros actos desde Madrid o Barcelona. La ciudad se ha construido no en torno a un grupo social sino en la combinación de varios grupos sociales. Y yo creo que en el fondo también late una cierta herencia anarquista que parece que tenemos los gijoneses. Es verdad que es difícil gestionar Gijón sin entender todas esas conexiones".

"Aquí hay movimiento vecinal con un peso que no lo tiene en Oviedo, por ejemplo. Incluso la relación entre los tejidos asociativos y el ámbito institucional, el del Ayuntamiento, también sorprende a los ojos de fuera. Precisamente por el reconocimiento que se les da desde la propia institucionalidad municipal. Por ejemplo, aquí las distintas entidades,–vecinales, culturas de comerciantes, de empresarios, sindicatos– están representandas en los consejos de administración de empresas municipales como Emtusa (transporte), Emulsa (basura) o Divertia (eventos culturales)".

"Y, hoy que se habla tanto de participación ciudadana, es algo que eso es positivo. En mi opinión se habla de participación ciudadana de una manera un poco equivocada, entendiendo la participación ciudadana como la suma de la participación de los individuos. Creo que es un error. Como decía el poema, cogidos de uno en uno no somos nada. El ser humano es un animal social. No se nos puede entender bien realmente sin una mirada colectiva. No individual. La participación ciudadana debe primar siempre el reconocimiento de los colectivos. No tanto lo que opina cada persona como los diferentes segmentos que conforman el propio tejido civil, que más incluso que el propio Estado, es la clave de una sociedad".

"Hay otra cosa es muy importante en este ámbito. En nuestra experiencia como entidad en muchas ocasiones colaboramos con diferentes asociaciones que, en principio, podría parecer que tienen su visión diferente de la nuestra. Esa es una de las señas de entidad muy importantes del tejido social gijonés: la sociedad civil colabora, no compite. Normalmente la política se basa en la competencia de los partidos. Sin embargo, en Gijón, el tejido social colabora. Sumar esfuerzos es muy positivo. El paradigma de esto es el propio edificio donde estamos ubicados, en la Antigua Escuela de Comercio, un local municipal. En la última planta hay cuatro locales, en cesión de uso por parte al Ayuntamiento, en el que estamos el Ateneo Obrero, el Jovellanos, la sociedad cultural Gesto y nosotros. Entidades con más de cuarenta o cincuenta años de antigüedad como mínimo. En ocasiones tenemos nuestras bien propias miradas diferenciadas y sin embargo colaboramos perfectamente".

"El posicionamiento político de cada uno, digamos, sigue existiendo. Pero entendemos que por encima de la mirada política que tengamos cada uno hay un cierto interés colectivo en acercar todos esos debates de la ciudad, los problemas de futuro, las inquietudes, a la ciudadanía. En cierta manera, creo que funcionamos como pequeñas escuelas de democracia, como espacios de libertad. El resultado nos enriquece a todos. Porque además dota a la propia ciudad de una gran diversidad".

"Estamos viviendo las consecuencias de una fiesta, entre comillas, del neoliberalismo. Que lo que hizo fue aumentar el ‘yo’ por encima del ‘nosotros’. Eso ha ido desestructurando la sociedad. Es lo que decía Thatcher, que la sociedad no existe. Eso ha ido debilitando el tejido asociativo y los movimientos sociales. Pero evidentemente sigue existiendo una cierta tendencia en esta ciudad a organizarse y a colaborar. Creo que, además, ese modelo de desestructuración social también salta por los aires cuando la crisis de 2010, cuando la sociedad ve la necesidad de reinventarse y organizarse. Si no, no hay posibilidad".

"Pero sí que es cierto que estamos en una época donde las estructuras clásicas han cambiado y eso ha afectado a todo, a los partidos políticos, a los movimientos sindicales y vecinales. Pasamos de un modelo de sociedad basado en estructuras ligadas al modelo fordista industrial y económico y social a un modelo económico diferente".

"Estamos en una época de reinventarnos. Evidentemente vemos que hay menos gente de veintitantos años que se integran en este tejido asociativo, pero también hay que verlo con una cierta lógica. Es decir, las formas de organización social cambian. Ya no solamente es que haya de más individualismo, es que también cada generación tiene su propia forma de organizarse y de dar respuesta a los problemas que tiene. Y hoy en día las redes sociales también actúan como una forma de organización social. En ocasiones, de una manera bastante negativa hay que decirlo. Pero también con elementos positivos. Es difícil encontrar personas de 20-25 años que se organicen. También es que en Gijón ya hay muy pocas personas de esa edad, tenemos una población muy envejecida, lo que también que debilita esa posibilidad. Además, es difícil pensar que una persona de 20-25 años pueda meterse en una asociación de vecinos cuando hoy una persona de esa edad, en general, ni sueña con poder tener un piso. Eso es elemento que desvertebra. Y además, la movilidad laboral es mucho mayor que la que había".

"Gijón es heredera de la revolución industrial, entonces, los cambios del modelo de revolución industrial y la crisis de ese modelo le afectó profundamente. Ahora estamos en otro momento. Y quizás en ocasiones deberíamos abandonar cierto pesimismo colectivo. Que todo parece que siempre va a salir mal porque en estos treinta años, como la comunidad en la que estamos, Gijón ha perdido población, etc…Vivimos una época donde desgraciadamente la nostalgia se ha convertido en un arma política cargada de futuro. Hay una cierta tendencia a vivir una nostalgia de un mundo pasado que siempre lo vemos como mejor, cuando realmente no fue así. La nostalgia siempre implica filtros, recordamos determinadas cuestiones".

"Es la verdad que esa crisis decadencia de Gijón es difícil revertir. El peso que tenemos como ciudad industrial no lo vamos a recuperar y es verdad que el sector servicios no puede ser exclusivamente el futuro de Gijón. No podemos pasar de un monocultivo industrial a un monocultivo turístico. Sería un gran error. Deberíamos buscar el futuro en procesos de industrerialización ligados a nuevas tecnologías, al I+D. Y creo que, además, que en este tejido social que tenemos una de nuestras fortalezas. Para mí el futuro de Gijón pasa porque tanto la parte institucional y política como la propia sociedad civil serán capaces de conformar un gran pacto por Gijón. Trabajar conjuntamente por desarrollar y mejorar ese futuro".

"Yo soy optimista. Creo que Gijón está enfocando algunos de los proyectos claves para su futuro, temas que van a determinar cómo va a ser en el siglo XXI. Culminar el proceso de apertura al mar, con el proyecto de la zona del Natahoyo. Y es importante cerrar de una vez la costura que nos está partiendo e dos, el plan de vías, acabar la con el sempiterno tema de las comunicaciones en Asturias. Gijón no es una ciudad monumental, pero sí es una ciudad donde se puede vivir con una alta calidad de vida y que, además, tiene unos servicios públicos que funcionan bastante bien en general".