Los científicos salen del laboratorio y... ¡se hacen actores!

Seis profesores universitarios escriben y representan una divertida obra teatral para acercar la investigación a los más pequeños: "Nos encanta divulgar y esta también es nuestra misión"

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Se abre el telón en el teatro Filarmónica de Oviedo.

Inocencio Abundio es un becario de la Facultad de Filosofía y Letras. Pertenece al departamento de Pensamiento Profundo y quiere hacer una tesis doctoral sobre la naturaleza del ser humano. Inocencio acude, en busca de ayuda, al Instituto de Invenciones Casi Científicas, donde investigadores jubilados matan el tiempo soñando que son descendientes de algunos de los más grandes científicos de la historia. La directora del Instituto, Clavelina Menéndez, que es prima de la expresidenta del CSIC Rosa Menéndez, recluta a cinco personajes (una química, un geólogo, una bioquímica, una física y un ingeniero) que le explican a Inocencio que su pregunta no tiene una única respuesta y que la naturaleza del ser humano depende desde qué disciplina se aborde.

Más de mil niños de Primaria de toda Asturias rieron y aprendieron ciencia ayer, miércoles, con esta disparatada historia, escrita y representada por personal investigador de la Universidad de Oviedo. José Manuel Montejo, profesor titular del departamento de Ciencias de la Educación, es el autor de la obra, que lleva por título «La loca academia de la ciencia». «La idea de hacerlo –cuenta– llevaba años ahí. Se nos ocurrió a Luis Miguel Rodríguez Terente (director del Museo de Geología), a Itziar Ahedo (coordinadora de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación) y a mí. Pero quedó parada». Hasta este año, que, coincidiendo con la celebración de la Semana de la Ciencia en la Universidad de Oviedo, los tres decidieron tirarse a la piscina, no solo escribiendo una obra de teatro, sino también subiéndose al escenario. «Somos actores cien por cien amateurs. Ninguno ha hecho un curso de artes escénicas», remarca Montejo.

En esta aventura les acompañaron Beatriz Ramajo, que es técnica de los servicios científico-técnicos y que se metió en el papel de Clavelina Menéndez; María de los Ángeles Fernández, que es profesora titular del departamento de Geología e hizo en la obra de la química Antoñita Baguette, que se cree descendiente de Antonie Lavoisier; Antonio Torralba, que es contratado doctor del departamento de Ciencias de la Educación y representó a Leotardo da Bici, quien asegura ser descendiente de Leonardo da Vinci; Covadonga Huidobro, ayudante doctora del departamento de Ciencias de la Educación, que desempeñó el papel de la bioquímica Margarina Alas, sobrina de Margarita Salas, y Julia Ruiz Allica, estudiante de doctorado del departamento de Química Física y Analítica, que se metió en la piel de la física María Curé, nieta de Marie Curie. Luis Rodríguez Terente hizo del geólogo Alfredo Geoden, que dice ser familiar de Alfred Wegener, y el propio José Manuel Montejo fue protagonista con el becario Inocencio Abundio.

¿Por qué hacer una obra de teatro siendo investigadores? Montejo tiene clara la respuesta: «Nos gusta divulgar, nos llena, es algo que nos pide el cuerpo hacer. Y también creemos que es una obligación moral del personal de la Universidad. Nuestra misión no solo es investigar y dar clases, sino también difundir lo que hacemos». En esta ocasión, el público era menor de 12 años, así que optaron por acercar la ciencia «de una forma amena e interactiva» mediante una representación teatral. «No queríamos hacer lo habitual, que es dar una charla. Conseguir encontrar un día y una hora todos para poder ensayar fue realmente difícil. El lunes, por ejemplo, lo hicimos a las ocho de la mañana», apunta. Durante toda la obra de ayer, los científicos hicieron partícipes a los alumnos de la actuación.

Tras «La loca academia de la ciencia» se puso en escena otra obra titulada «Yo quiero ser científica», desarrollada por nueve investigadores de la Universidad Pública de Navarra con el objetivo de presentar a algunas de las mujeres más importantes en la ciencia, entre ellas la bioquímica asturiana Margarita Salas.

Suscríbete para seguir leyendo