Vivencias y anécdotas de un aficionado

capellán, «sus herederos» y sergio miyar, en el tramo de libardón.

capellán, «sus herederos» y sergio miyar, en el tramo de libardón. / Manuel Capellán Pérez

Manuel Capellán Pérez

Un sábado de 1965, leí en LNE que un rallye iba a pasar el domingo por Colunga. Así que llevé pronto “les vaques pal prau”, pedí la bici a un vecino y bajé desde Libardón. Cuando llegué, me senté en el muro que había a la salida, dirección Villaviciosa y esperé pacientemente hasta que dos horas más tarde empezaron a pasar coches con un número en la puerta. No sabía lo que era un tramo cronometrado o de enlace, ni la clasificación scratch o hándicap, pero aquella visión me cautivó. Aquel II Rallye de Oviedo, fue mi primer contacto con el automovilismo, del que sólo recuerdo un Sumbean, Triumph o Austin verde que creo pertenecía al equipo Fernández-Hulton.

En 1969, no sé cómo ni con quien, estaba en la subida al Naranco en la curva del Mirador esperando la llegada de Tramot y su Alpine. La imagen que tengo es que allí “se calo” el motor y tras arrancarlo, salió como un “cohete” de la época.

En 1975, el Ciudad de Oviedo se convirtió en el rallye de Asturias incluyendo el tramo emblemático (Encrucijada-Estrecha), de 38 km. Comenzaba en Amandi y terminaba en Libardón. Juan Miranda y yo, sin encomendarnos a Dios ni al diablo, decidimos “colaborar” con la organización sin acreditación ni formación alguna. Compramos dos trozos de tela verde y dos amarillos. Mientras yo “cataba” (ordeñaba) , mi paciente madre remató aquellas telas haciendo un encaje para poder ajustarlas en unos palos de “ablanar” que tenía ya cortados. Nos colocamos en unas curvas peligrosas que había bajando del alto de La Llama a Libardón pero no necesitamos intervenir como “competentes comisarios de ruta” porque no hubo incidentes.

Tras el paréntesis del 76, en 1977 el rallye estrenó nombre y las cosas cambiaron. Juan conducía su Simca Rallye y yo era su copiloto. Solo recuerdo las verificaciones y el parque cerrado en el parking de Foncalada y que había una prueba de tierra en el Naranco.

En 1980 fui copiloto con Pino en el GS. Subiendo, el GS corría poco, pero bajando lo compensaba sobradamente, así que, en la Encrucijada, bajando a Infiesto, volcamos sufriendo destrozos en la chapa. Los espectadores nos ayudaron a dar la vuelta al coche y logramos terminar el rallye en la vigésima posición, de 25 finalistas..

El resto de los años ochenta, los recuerdo como comisario técnico del rallye con Lolo y Luis, pues en aquella época yo pertenecía al Colegio de CT de la Federación Española y era obligatoria la presencia de un Comisario nacional en todas las pruebas del Campeonato. Creo que mi última relación con el “Príncipe” fue en 1991 cuando Lancia reclamó al BMW de Ponce.

En los ochenta y noventa una red tejida en torno a la Estrecha, que mantenía Libardón como núcleo, facilitaba seguir el Rally “desde casa”, permitiendo configuraciones tan diversas como Encrucijada-Estrecha, Miravalles-Carrandi, Borines-Carrandi, Miravalles-Borines, Piedrafita-Anayo, Villaviciosa- Colunga, tramos que mas de una vez han decidido el resultado del Rallye por su longitud, trazado y condiciones de adherencia y con una presencia de público como solo se dio en esas décadas. Una curiosidad; en 1987 nació el tramo Carrandi-Libardon y en esa edición participó Mohamed Ben Sulayen (hoy presidente de la FIA), con un Ford Sierra Cosworth que decidió comprar “unes madreñes” en la tienda que existía al final de este tramo llamada “Casa Manolo”, donde entró a tomar una Coca Cola.

En los 90 volví a las cunetas. Con Luis Miyar y nuestros “herederos” (Carlos, Andrés y Sergio), disfrutamos de la expresión más auténtica del automovilismo y ahí seguimos, aunque con un matiz; ahora no somos los “jefes”. Los “herederos” son quienes deciden a que pruebas vamos y donde nos colocamos, compartiendo así, vivencias inolvidables. Gracias al RACA, la Escudería GES, CAPA y ACPA por habernos permitido disfrutar de las 58 ediciones disputadas. Cuento las cosas tal como las recuerdo, sin verificarlas. Posiblemente haya inexactitudes. Me pudo más el disfrutar con aquellos recuerdos que hacer una crónica real. Pido disculpas por ello esperando la comprensión del lector. Gracias.