El Sorolla asturiano dedicado a un médico gallego

Una colección privada de la región atesora entre sus obras un busto de mujer con una dedicatoria del artista valenciano al urólogo compostelano Rafael Martínez Uzal

Detalle de la obra "Lavanderas de Galicia" de Sorolla.

Detalle de la obra "Lavanderas de Galicia" de Sorolla. / Sorolla

Alicia Vallina Vallina

Alicia Vallina Vallina

La relación de Joaquín Sorolla con los principales intelectuales de su tiempo ha quedado patente no solo en los retratos que realizó de muchos de ellos, sino en la nutrida correspondencia que intercambiaron y en un buen número de fotografías en las que el artista valenciano se hizo acompañar por las más insignes personalidades de su época.

"Busto de mujer", de Sorolla.

"Busto de mujer", de Sorolla. / LNE

Entre ellas, los médicos tuvieron un papel preponderante, pues al pintor no solo le preocupaba su salud, tremendamente mermada tras el descomunal encargo para la Hispanic Society de Nueva York, solicitado por el millonario hispanófilo norteamericano Archer Milton Huntington de 14 paneles dedicados a las provincias de España, sino la de sus hijos, especialmente la de su primogénita María, diagnosticada de tuberculosis a una edad muy temprana, y la de su hijo Joaquín, con sífilis (que contrajo en 1913). Los doctores Medinaveitia, Gregorio Marañón, Luis Simarro (a quien pintó en una escena de laboratorio en 1897 titulada "Una investigación"), Ramón y Cajal, Amalio Gimeno, Francisco Rodríguez de Sandoval o el oftalmólogo Rafael Cervera, entre otros, fueron, además de confidentes personales por razones de salud, buenos amigos a quienes la paleta del maestro captó en un sinfín de ocasiones. No hemos de olvidar que, por aquel entonces, el médico formaba parte de una prestigiosa élite social e intelectual por cuya consulta desfilaba la flor y nata de la sociedad.

La dedicatoria del pintor.

La dedicatoria del pintor. / LNE

Algunos de estos profesionales, aunque nacidos en otros lugares de la geografía española, se formaron y asentaron profesionalmente en la capital en busca de renombre y reconocimiento. Entre ellos destacó el protagonista de esta historia: el doctor Rafael Martínez Uzal. Quizá no esté entre los grandes nombres antes mencionados, pero su amistad con el maestro valenciano quedó atestiguada en la correspondencia que intercambiaron (conservada, buena parte de ella, en el archivo del madrileño Museo Sorolla) y en los regalos que el valenciano entregó al médico en forma de lienzo.

Arriba, la obra «Lavanderas de Galicia», de Sorolla; sobre estas líneas, Rafael Martínez Uzal; a la izquierda, la pintura «Busto de mujer»; debajo, en primer plano, la dedicatoria.

Rafael Martínez Uzal. / LNE

Pero comencemos por el principio. Martínez Uzal había nacido en Santiago de Compostela en 1871, licenciándose en Medicina en la facultad de la ciudad. Sin embargo, poco tiempo después se trasladó a Madrid y abrió consulta en la capital, concretamente en el número 106 de la calle Fuencarral. Se especializó en urología y completó su formación de la mano del eminente urólogo de origen cubano, Enrique Lluria Despau.

Sorolla fue intervenido de una estenosis de uretra durante el verano de 1906 en Biarriz por otro médico, el doctor Joaquín Albarrán, y, durante su convalecencia, fue atendido por Lluria en Madrid, conociendo por entonces a Martínez Uzal a través de este. A partir de entonces comenzaron lo que se presupone una estrecha relación, confirmada no solo por la cariñosa correspondencia entre ambos, sino porque el pintor regaló al médico tres cuadros, dos de ellos rubricados con dedicatorias. El primero, fechado en 1913, lleva por título "Las cabritas de la Malvarrosa"; el segundo, actualmente en el Museo Thyssen de Málaga, "Lavanderas de Galicia", fue firmado por el artista en 1915, probablemente realizado durante una de las muchas estancias del valenciano en tierras gallegas, especialmente en la localidad de Villagarcía de Arosa, donde Sorolla pintó, en el verano de ese mismo año, el panel dedicado a Galicia para la Hispanic Society y titulado "La romería".

Pero la obra que ahora nos ocupa es la titulada "Busto de mujer", fechada en 1916 y con la inscripción del maestro: "a mi amigo R. Martínez Uzal". Se trata del retrato de medio cuerpo de perfil de una mujer de pelo corto y oscuro, tez blanquecina, nariz redondeada, mejillas sonrosadas y labios carnosos que viste indumentaria de tonalidades blancas y anaranjadas con escote en forma de V, muy a la moda de los nacientes años veinte del pasado siglo. El fondo es oscuro y contrasta con la luminosidad del rostro y del vestido de la retratada, que cae sobre su cuerpo en amplias pinceladas gruesas y empastadas. Desconocemos el nombre de la protagonista del lienzo, pero, con total seguridad, se trata de una mujer cercana al doctor, mostrada por Sorolla en una posición natural, distendida, sin boato ni artificio. La obra, que pertenece actualmente a una colección privada asturiana, es fiel reflejo de la amistad del artista valenciano con Martínez Uzal, pues el médico gallego no solo le trató a él mismo, sino que también se ocupó de su hijo Joaquín, enfermo de sífilis, como ya habíamos anotado. El doctor visitaba al valenciano en su casa-estudio madrileño (actual Museo Sorolla) con cierta asiduidad, y el artista acudía también a su consulta de la calle Fuencarral, como así lo atestigua la correspondencia entre ambos. Su estrecha relación de amistad perduró en el tiempo hasta la muerte del artista, y hoy esta historia de confianza mutua se narra en el busto de mujer que descansa en Asturias.

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