Mari Luz suma páginas a la lucha femenista

La valdesana centenaria y "güela del año" en Castrillón, que fue cocinera, costurera y aficionada a la cultura, enseñó a sus hijos a ser autosuficientes: "Fue muy resiliente"

Mari Luz Nieto, a las puertas de la residencia de Naveces. | N. M.

Mari Luz Nieto, a las puertas de la residencia de Naveces. | N. M. / Noé Menéndez

Noé Menéndez

Noé Menéndez

A simple vista nadie diría que María Luz Nieto cumple en dos meses cien años. Nació en Villademoro, Valdés y durante gran parte de su vida fue vecina de Gijón. Esta abuela, que ya es hasta bisabuela, está de enhorabuena. Este sábado la visitará Eloy Alonso, alcalde de Castrillón, para darle el premio "güela del año" de las Fiestas de San Isidro. Un galardón que para ella que, sin ser consciente de ello, reconoce su carácter de pionera en la lucha por el feminismo.

Su vida fue dura desde el principio. "Nació en Valdés, pero a los cinco años, al quedarse huérfana, se tuvo que ir a Gijón junto a dos de sus hermanos. Tenía seis y ella era la más pequeña", cuenta una de sus tres hijas, Mariluz Cortina. Los padres de Nieto emigraron a Argentina, donde fundaron una sastrería, pero acabaron regresando a Asturias. Tras su fallecimiento, la "güela" de Castrillón tuvo que empezar a buscarse la vida. Con doce años la Guerra Civil la pilló en tierras gijonesas, lugar donde desarrolló gran parte de su vida. Trabajó en un bar, Casa Marcelo, local que saltó a la fama por sus calamares, fruto del buen hacer de Mari Luz en los fogones.

Aunque apenas pudo pisar la escuela, debido a las dificultades que le tocó vivir, siempre fue una persona muy curiosa e inquieta, que trataba de leer lo máximo posible. De hecho, durante la crianza de sus tres hijos, cuando ya se hicieron mayores, decidió empezar con una empresa de artesanía, para poder cotizar en la Seguridad Social y conseguir su propia pensión. "Era muy creativa, realizaba cosas con muchísimo colorido. Hacía manteles y mantas que triunfaban mucho por el talento que tenía para la elección de colores", señala su hija, mientras su madre asiente en silencio, quien destaca sobre su madre esa habilidad innata para el arte.

"Ella no tenía conciencia de ello, pero siempre fue alguien muy feminista. Lucho para tener su independencia económica propia, no quería tener que depender de nadie. Quería superarse cada día", relata la hija, quién recuerda cuando su madre la llevaba a ver exposiciones de arte o al teatro, una de las grandes pasiones de Nieto. "Siempre estuvo interesada en asuntos culturales. Rara era la semana que no quería ir a un evento", añade Mabel Cortina, quien describe a su madre como "una persona muy resiliente". "Sufrió muchas dificultades, pero resistió a todo sin perder nunca sus inquietudes", afirma.

Ahora, tras años de trabajo y con una familia más que asentada, nieto descansa en la residencia de Naveces. "No teníamos relación con Castrillón, pero hace cinco años nos dijeron que necesitaba atención permanente y nos gustó mucho este sitio. Tiene grandes vistas y está muy bien atendida, no tenemos queja", finaliza Cortina. Ahora le tocará engalanarse para recibir el premio de la "güela del año" de San Isidro.

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