Entrevista | Dionisio Gutiérrez Empresario, sociólogo, activista y comunicador, presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo

"Cuando hay crecimiento económico, nadie piensa en el conflicto ideológico, la gente trabaja y disfruta"

"España, en este momento, a pesar de su bienestar elevado, está viviendo de glorias pasadas, gastando sus ahorros y consumiendo su capital"

Dionisio Gutiérrez, en la "Quinta Guadalupe" de Colombres.

Dionisio Gutiérrez, en la "Quinta Guadalupe" de Colombres. / Ramón Díaz

Ramón Díaz

Ramón Díaz

El empresario, sociólogo, activista y comunicador Dionisio Gutiérrez nació en la ciudad de Guatemala, en 1959. Es fundador y presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo, un centro de pensamiento independiente, privado y propositivo de ideología liberal, que se dedica al estudio y análisis de temas sociales, económicos y políticos para promover los valores y principios de una sociedad libre. Licenciado en Administración de Empresas, se especializó con una maestría en Gerencia Internacional y Finanzas, y es doctor en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad de Salamanca. En el año 2014 recibió la Orden del Mérito Civil, de manos del rey Felipe VI.

A los 15 años perdió a su padre en un accidente aéreo, cuyas circunstancias nunca fueron aclaradas, y un año más tarde empezó a trabajar en la corporación empresarial familiar Multi Inversiones, S.A, que había fundado su abuelo, Juan Bautista Gutiérrez, emigrante asturiano, y que hoy suma más de 40.000 empleos directos en 16 países. Durante su etapa universitaria, con 19 años, decidió involucrarse en la vida cívica de Centroamérica. Se considera "un irreverente defensor de la libertad, la democracia, la justicia y el Estado de Derecho". Desde el pasado jueves es miembro de la Asociación de Amigos del Archivo de Indianos-Museo de la Emigración.

–¿Cuál es su vinculación con Asturias?

–Soy descendiente de asturianos. Mi abuelo nació en Campiellos (Sobrescobio), emigró para América y, por azares del destino, terminó en Guatemala.

–Y creó un imperio.

–Sí, era un hombre trabajador, tesonero, consciente de los sacrificios que eso llevaba, y le tomó décadas armar una empresa que está en varios países y a la que le va bien.

–Una empresa que heredó su padre y después usted.

–Exactamente. Mi abuelo tuvo tres hijos. Esos tres hijos tuvieron trece hijos. Hay treinta y cinco en la siguiente generación y ya unos cuantos incluso de la subsiguiente. Ha sido una familia que se ha regado por aquella región del mundo, y ahí estamos dando todos una buena batalla.

–¿Cuál es su actividad empresarial actual?

–La corporación Multi Inversiones es una empresa familiar en el área de la alimentación, la energía, la construcción, en el mundo de las finanzas también… Además de ser hoy en día socio y miembro del consejo directivo, fui presidente de la corporación muchos años (34), y tengo una fundación que se dedica a la defensa de los valores de la libertad, el Estado de Derecho y la democracia, que es el complemento que le hace falta al universo empresarial en el mundo de hoy por el hecho de que se han venido relajando, distrayendo, todos los conceptos que permiten la formación de empresas exitosas, y por lo tanto de países exitosos. Yo me enfoco más a mi fundación.

Dionisio Gutiérrez.

Dionisio Gutiérrez. / Ramón Díaz

–¿Por qué crea usted la Fundación Libertad y Progreso?

–En los setenta y ochenta, Centroamérica estaba sufriendo el conflicto armado. Los que estábamos intentando construir empresas o trabajando en asuntos de la sociedad civil éramos perseguidos, secuestrados o incluso asesinados. Había ataques terroristas, se ponían bombas y en un ataque que tuvimos en una de las empresas, cuando yo tenía 20 años, en el lugar donde estaban los escombros, el planteamiento que hice fue: ¿Qué sentido tiene estar haciendo un esfuerzo importante por construir una empresa exitosa en países que están implosionando? Entonces me convertí en un activista y, al mismo tiempo que tenía mis actividades académicas y empresariales, porque ya trabajaba desde los 16 años, empecé a participar en la vida cívica de Guatemala, luego de la región centroamericana y hoy estoy en todo el continente.

–¿Y después?

–Ahí es donde arrancó realmente la carrera cívica, que me llevó a hacer publicaciones y a estar enfrentado a la dictadura militar de la época en la región por un lado, y por otro a los gobiernos corruptos y a los movimientos marxistas que querían tomar el control de nuestros países. Eso me llevó a empezar a tener enfrentamientos con los poderes criminales, con los políticos corruptos y, eventualmente, a unos niveles de persecución de los que todavía hoy sigo haciendo contabilidad. Esa dinámica me llevó a hacer mi fundación, y un programa de televisión, el cual presento cada semana desde hace 35 años.

–¿Qué hace en ese programa?

–Exponer, enfrentar todos los males que limitan el desarrollo de nuestros países. Corrupción, malos gobiernos, políticos impresentables, narcotráfico, crimen organizado, malas políticas públicas, que al final impiden el desarrollo de las personas. Y luego toco asuntos más a nivel continental y global que tienen que ver con los mismos valores. Siempre consciente y consistente de que la libertad es el valor fundamental del ser humano y tenemos que cuidarla para poder hacer cualquier otra cosa.

–¿Nunca pensó entrar en política?

–No, la verdad es que nunca ha estado en la agenda de mi vida, a pesar de que he recibido muchísimas propuestas, pero he creído siempre que puedo hacer más de una forma constante desde la plataforma cívica.

–Hay personas que le piden que abra una sede de la Fundación en Asturias. ¿Lo hará?

–Fundación Libertad y Desarrollo tiene ya una pequeña sede en Madrid. Estamos en Miami, en Washington, la base original es Guatemala, pero sin duda, en esta etapa de mi vida, por circunstancias del destino y por queridos amigos asturianos, como José Suárez o el doctor Eduardo Fernández Luiña, hay razones por las que me parece importante retomar contacto con Asturias.

–¿Cuáles son los objetivos de su fundación?

–Fundación Libertad y Desarrollo es un "think tank" de desarrollo, que tiene muchos proyectos, entre ellos un programa de televisión. Hacemos propuestas de política pública para América Latina. Tenemos un equipo de técnicos muy potentes en las áreas legal, económica, social, relaciones internacionales y, por supuesto, tecnología y medios de comunicación. Es una fundación que está muy activa y aportando todo lo que puede en esta época que está viviendo el mundo de tanta confusión y distorsión.

–¿Funciona como un lobby?

–No, porque lo que hacemos es propuesta política pública. Lo hacemos públicamente, a través de foros, de seminarios, de encuentros ciudadanos y a través de los medios de comunicación. Más que un lobby lo que hacemos es un planteamiento filosófico, técnico, estructurado…

–¿Incluso educativo?

–Sí, ahora participamos en varios proyectos académicos también.

–La Fundación defiende el liberalismo. Es lo mismo que dice defender Javier Milei. ¿Es un político de su gusto?

–Más que gustar o no gustar, sin duda alguna es un personaje polémico, emocionalmente muy dinámico, con altibajos y con expresiones que lo hacen ser distinto. Hay que comprender el contexto en el que llega la presidencia en Argentina, un país que en su momento fue de los más ricos del mundo y que el peronismo, que es un populismo de izquierdas muy radical, muy demagógico y muy destructivo, convirtió en uno de los países más pobres del mundo, con un cincuenta por ciento de pobreza, una deuda pública insostenible, un déficit fiscal inmanejable. Un país, en definitiva, en el que no hay inversión ni oportunidades. Entonces llega este señor en unas elecciones libres, un presidente al que escoge el pueblo argentino. Tiene una gran oportunidad.

–¿Coincide con sus ideas?

–Por supuesto, coincido con muchas de sus ideas, como regresar los conceptos de la libertad, del libre mercado, de que no se puede gastar más de lo que ingresa, pues eso es insostenible, de ordenar la casa en los aspectos fiscales, crediticios y monetarios. Lo que habrá que darle es la oportunidad, ver si logra mantener el consenso del pueblo argentino, el consenso mínimo suficiente me refiero, para que pueda hacer avanzar una agenda liberal en el tema económico, que cuide lo social para que los argentinos no sufran más de lo que ya han sufrido con el peronismo por sesenta años. Y entonces veremos a dónde va Argentina. Pero es un desafío enorme y no lo tiene fácil.

–¿Cómo ve usted el enfrentamiento entre Javier Milei y Pedro Sánchez?

–Creo que ambos necesitan el conflicto. El presidente del gobierno español, por unas razones, le interesa distraer a la opinión pública hacia temas como éste, y al presidente de Argentina, lo mismo.

–¿Se plantea invertir en algún momento en Asturias?

–Es una cuestión de oportunidades. Por supuesto que al retomar el contacto, al estar viniendo a visitar Asturias, empiezan a suceder cosas. Y esta es una región hermosa que tiene un futuro extraordinario. Creo que el mundo no ha descubierto aún Asturias. Hay que administrar la forma en que se quiere que el mundo la descubra. Porque, por ejemplo, hay una oportunidad turística muy importante. Y con el cambio climático y la era exponencial de la tecnología, Asturias se ubica en una forma estratégica en el contexto español, europeo y mundial. Hay que identificar esas oportunidades y administrarlas bien.

–¿Cómo ve Asturias un asturiano del exterior?

–Un elemento que es muy visible en toda América Latina, incluso en algunas partes de Estados Unidos, es que los asturianos son gente que emigró en cantidades importantes, después de guerras, de circunstancias económicas muy malas, pues había mucha pobreza. La gente que emigró lo estaba pasando mal, pero era gente trabajadora, que fue a hacer esfuerzos extraordinarios, y muchísimos de ellos exitosos. Hay grandes empresas en toda América Latina y en Estados Unidos fundadas por asturianos, que han creado mucha riqueza y que han dado trabajo a mucha gente. Los asturianos son reconocidos y respetados, lo cual dice mucho de Asturias. Es una región poco conocida en el contexto geográfico y político, pero la presencia de los asturianos en el continente americano se hace sentir.

–¿Y cómo se ve España desde fuera?

–Hay una tesis en cuya discusión he participado, y es que España, en este momento, está viviendo de glorias pasadas, se está gastando sus ahorros y está consumiendo su capital. Cuando uno analiza España, los aspectos fiscal, laboral, de regulaciones ambientales –tiene algunas buenas ideas, pero en la práctica no funcionan–… Hay que repensar cómo está España funcionando hoy. Por supuesto, el nivel de bienestar es elevado, especialmente en ciudades como Madrid o en Asturias, pues se vive como en pocas partes del mundo. Pero, cuidado, que estamos siendo beneficiarios de esas glorias pasadas. Lo importante es ver cómo protegemos esta gran joya del planeta que es España, hay que resolver la ecuación que hace falta para que vengan las inversiones que son necesarias para construir el futuro.

–Hay quien sostiene que el liberalismo provoca que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. ¿Cómo contestaría usted a esa afirmación?

–Es hacerle el juego al discurso de la izquierda populista y demagógica, porque a través de la historia de la humanidad siempre ha habido desigualdad. Los seres humanos somos distintos por naturaleza, nacemos con diferentes virtudes, capacidades, defectos… Y en el momento en que haya el más mínimo espacio de libertad se van a crear desigualdades. Siempre sostengo y propongo que de lo que tenemos que discutir es de oportunidades. Lo que debe haber es igualdad de oportunidades. Y en la medida en que trabajemos para construir oportunidades lograremos que, si bien seguirán existiendo desigualdades, porque han existido y existirán siempre, estén a un nivel en el que no haya gente que sea extremadamente pobre en un mismo espacio geográfico donde haya gente extremadamente rica, porque eso provoca conflictos sociales y políticos. Es insostenible.

–¿Cómo se evitan esas desigualdades?

–Ahí es donde yo les reclamo a las élites, sobre todo a la élite económica de Iberoamérica, para no irnos más lejos. Porque las élites, especialmente la económica, hemos dejado de invertir en democracia y en modelos de desarrollo. No hemos dedicado el tiempo que hace falta para construir instituciones fuertes que mantengan las condiciones que hacen falta para que un país funcione, evolucione y se desarrolle. Cuando esto sucede, se resuelven los problemas sociales, la pobreza. Cuando hay crecimiento económico, nadie piensa en el conflicto ideológico, la gente está trabajando y disfrutando de su trabajo.

–¿Considera usted que el gran rival ideológico del liberalismo, el socialismo, ha fracasado?

–Hay que definir, porque hoy socialismo le dicen a muchas cosas. La caída del Muro de Berlín en 1989 y todo lo que sucedió después nos recuerda claramente que el socialismo fue un fracaso, construye sociedades tristes y pobres. Y si bien es cierto que la democracia liberal y los valores de la libertad tampoco son el sistema perfecto, sigue siendo el menos malo conocido, porque permite al ser humano, haciendo el esfuerzo necesario, salir adelante. Sin duda alguna, el socialismo ha sido y será siempre un fracaso porque sustenta una filosofía paternalista con el ser humano, lo quiere controlar, lo quiere someter con el discurso de la igualdad, pero quiere que todos seamos iguales en pobreza, mientras que la democracia liberal o los valores de la libertad lo que le dan al ser humano es oportunidades, te motivan a ser mejor para salir adelante. Tiene más mérito que cualquier otro sistema.

Encuentro en LA NUEVA ESPAÑA

Un momento del encuentro en LA NUEVA ESPAÑA. / LNE

El empresario y comunicador Dionisio Gutiérrez visitó ayer las instalaciones de LA NUEVA ESPAÑA

El empresario y comunicador Dionisio Gutiérrez visitó ayer las instalaciones de LA NUEVA ESPAÑA acompañado del empresario José Suárez Arias-Cachero y el politólogo Eduardo Fernández Luiña. En la foto, Evelio Palacio –subdirector del diario–, José Suárez, Gonzalo Martínez Peón –director de LA NUEVA ESPAÑA–, Dionisio Gutiérrez, Ángeles Rivero –directora general del periódico– y Eduardo Fernández Luiña.

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