Francisco Palacios cree que ahora toca hacer una gran reconversión urbanística en la Cuenca

«¿Dónde fueron los fondos mineros, qué resultados tuvieron? Hubo, en los años 90, hasta el proyecto de hacer un parque temático. Se hablaba de traer aquí a miles de turistas. No tenía ni pies ni cabeza»

ASTURIANOS EN LANGREO: Francisco Palacios

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Francisco Palacios, historiador. Nacido en Ciaño, Francisco Palacios fue profesor durante un cuarto de siglo en el Instituto Jerónimo González de Sama de Langreo y es autor de cuatro libros sobre distintos aspectos de la historia contemporánea del municipio langreano: "El Racing Club Langreano (1915-1961)", "Pedro Duro, un capitán de la industria española", "Historia de la prensa en Langreo" y "Caciquismo, lucha localista y revolución en el Langreo contemporáneo".

El historiador Francisco Palacios González, «un joven de avanzada edad», fue profesor durante 25 años en el instituto Jerónimo González, en Sama de Langreo. Nació en Ciaño. Su padre era albañil y su madre, originaria de El Tendeyón, tuvo una tienda de comestibles en la Torre de Abajo. Estudió en la Universidad de Oviedo, donde tuvo como profesores a Alarcos, Gustavo Bueno o David Ruiz, fue una experiencia académica que lo «transformó». Luego sacó las oposiciones a profesor de instituto y empezó a dar clase en Grado, en Laviana y, finalmente, en Sama. Tuvo un año de parón educativo. Tropezó con los filtros, por así decirlo, de la dictadura franquista: «Saqué las oposiciones y me dieron el primer destino. Pero ahí exigían un papel de buena conducta y aunque en el Ayuntamiento me dieron de paso, en Oviedo no. Al parecer, yo pertenecía a un partido ilegal. Evidentemente, yo tenía amigos que pertenecían al partido comunista y participé en algunas cosas, pero en aquel momento no estaba afiliado, aunque me afilié más tarde por poco tiempo. Pero en aquel papel también ponía otra cosa: que yo estaba al servicio de una potencia extranjera. Esa potencia extranjera debía de ser Rusia, no sé. Cuando el abogado hizo el recurso preguntó que si aquel señor estaba atentando contra la seguridad de España por qué no lo habían detenido nunca. Bueno, perdí un año». Palacios, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA y autor de cinco libros sobre la historia contemporánea de Langreo, mira la evolución de su municipio natal y esto es lo que ve:

La transformación

«Nací en plena ebullición minera e industria. La evolución de Langreo fue radical. La prueba está en que en la Torre de Abajo ahora, salvo Química del Nalón, no hay nada de aquella actividad que había. Mejoró urbanísticamente pero desaparecieron los pequeños talleres, pequeñas empresas, carpinterías y fábricas de chorizos que había. Era una zona muy efervescente. Ahora no hay nada de esto. Mi madre tenía allí una tienda de comestibles. Era un barrio de una gran actividad. Económica e incluso política. Había allí mucha gente que se resistía al franquismo. Ahora ya está medio muerto, la prueba es que pusieran allí un tanatorio».

«El Langreo de hoy no tiene nada que ver con el de los años 50. Ten en cuenta que en el último medio siglo perdió más de la mitad de la población. Ese es el gran problema que tiene el concejo: cómo parar el deterioro demográfico. No se ha logrado todavía, pero yo creo que Langreo tiene todavía una gran potencia interna. Creo que no está tan mal como se refleja. Lo que se refleja muchas veces es como si esto estuviera en ruinas y yo no tengo esa impresión. Creo que hay una cierta visión deformada en el resto de Asturias. Y yo creo que seguimos teniendo potencial. Hay pequeñas industrias. Ahí tenemos la Bayer y tenemos ésta otra de las placas solares que van a poner ahora. Es decir, creo que hay potencial. Aunque, a mi juicio, la pequeña empresa no estuvo a la altura una vez que se fue Duro Felguera. Había muchas pequeñas empresas que dependían de Duro Felguera y que por sí mismas no lograron subsistir. Cosa que no pasa, por ejemplo, en el País Vasco, donde esas pequeñas empresas tienen fuerza y dinamizan el tejido. Aquí yo creo que falta un poco de emprendimiento. Esas compañías no supieron hacer la transición».

La edad de oro

«Sí creo que aquí se ve el pasado como una edad de oro. Hablas con gente que te dice: ‘Con lo que era esto…’ Y yo pienso: lo que era ya fue, hay que ver lo que puede ser. Eso es lo que está por aclarar. El pasado se mitifica porque la gente tenía trabajo y corría el dinero. Pero ahí hay otra paradoja. Corría el dinero, pero no para todos. Comerciantes y otros hicieron sus capitales y había capas de trabajadores que vivían bien, los picadores. Pero el resto de la gente, no. Mi madre tenía tienda y eso lo veía. La situación de la mayoría de la gente empezó a mejorar a después de la huelga del 62, que subieron los salarios y se vivía mejor. Pero en los años anteriores había incluso gente que moría de hambre. Y con toda aquella riqueza alrededor».

Las promesas

«Con la reconversión, aquí hubo muchas promesas. Pero, ¿dónde fueron los fondos mineros, qué resultados tuvieron? Hubo, en los años 90, hasta el proyecto de hacer un parque temático. Se hablaba de traer aquí a miles de turistas. No tenía ni pies ni cabeza. Pero aquí, por ejemplo, en Langreo, no se hizo ningún edificio de estos emblemáticos, como sí tiene Avilés, o Mieres con el campus. Aquí no se hizo nada parecido. Lo que sí se hicieron fueron carreteres, que valen tanto para entrar como para salir. O sea, facilitan mucho también la salida».

«Yo creo que todavía está pendiente la reconversión urbanística. Ten en cuenta que esto del soterramiento de la vía del tren de Gijón a Laviana, ¿cuánto lleva? Y eso es una parte del urbanismo de Langreo. Hay muchos restos que tenían que haber desaparecido hace mucho tiempo. Tendrían que haber hecho esto más habitable. Langreo es hoy muy mucho más habitable que hace 50 años. Es indudable. Pero todavía no es un lugar atractivo. Y eso es importante porque necesitamos fijar población, que viniera la gente venir a vivir aquí. Y Langreo, para eso, tiene una cosa muy positiva: tiene muchos servicios y muy cerca. Tenemos que fijar población porque la emigración aquí fue muy grande. Yo no sé cuántos vivirán en Gijón de las Cuencas, tanto de Mieres como de Langreo. No sé si serán menos de 20.000 personas. Hay barrios como La Arena que hay media población de aquí, de las Cuencas».

«Esto se convirtió en una ciudad industrial y minera, pero no se ocuparon de otras cosas. Ten en cuenta un dato. En los años 50 o 60, La Felguera era la ciudad de España con más concentración de industrias, más contaminada de Europa y con más densidad de población. Evidentemente, aquello era inhabitable, entonces. Pero había mucha gente que venía, trabajaba y se aguantaba. Hoy eso ya no es posible».

Fijar población

«El día a día, aquí en Langreo hoy es, digamos, es de impasse. Pero eso depende ya de la voluntad política. Yo creo que hay ingredientes suficientes para darle la vuelta a la situación y, por lo menos, mantener la población. Y eso pasa por mejorar la situación urbanística. Creo que es uno de los principales retos. Hay un plan ahora alrededor del Río Nalón, de Izquierda Unida (en el gobierno municipal). Vamos a ver a lo que conduce. Por ejemplo, con el cierre de la térmica de Lada ahí se abre una oportunidad, porque esa instalación estaba estrangulando la zona. Aquí se necesita, a mí juicio, una radical innovación urbanística. ¿Pero hay dinero para eso? Porque ésa es otra. Los fondos llegarán aquí muy controlados porque, lo que hablamos antes, aquí se despilfarró mucho. Es cierto que se invirtió en infraestructuras que mejoraron urbanísticamente Langreo. Mejoró el medio ambiente; date cuenta de cómo bajaba el río Nalón. Recuerdo que hubo gente aquí que moría al caer al río, no por ahogarse, sino porque estaba contaminado. Sí. Mejoró. Y las comunicaciones, mejoraron. Pero eso no basta porque la población sigue disminuyendo».

«Langreo, mejor cuidado, sería un lugar bastante cómodo para vivir. Te doy un pequeño dato. En los años 60-70, había aquí, en el Valle del Nalón, en 12 kilómetros entre Sama y Laviana, 5 o 6 institutos. En esa misma época, en la provincia de Alicante, por ejemplo, había un instituto cada 100 kilómetros. Es decir, son cosas que se reivindicaron y que se consiguieron».

Sama / La Felguera

«La Felguera ahora debe de tener doble habitantes que Sama. Tiene más habitantes y tiene más actividad. Creció gracias a Langreo Centro. Es un espacio donde noto que hay más jóvenes. Eso está muy bien hecho, dinamizó esa zona. Eso demuestra que una buena reforma urbanística puede mejorar la situación de la ciudad. Es cierto que a Sama le falta pulso. Pero Sama también es diversa y plural, como dicen ahora. Perdió fuerza el casco más antiguo que era el más comercial. Pero la zona donde estaba el campo Torre de los Reyes, por donde el Adaro y hacia el centro, ésa es más dinámica. Aquí ahora van a hacer el Palacio de la Justicia, en esa zona próxima al Fondón. Eso dejó al descubierto en muchas casas viejas. Y, a mi juicio, eso habría que derruirlo todo. Y eso sí que profundizaría la modernización de Sama. Eso sería un cambio. Porque ésa era otra zona muerta. Eso podría contribuir a mejorar la situación, a que se vea que se mueve esto. Porque aquí ocurre lo que decía Gramsci: lo nuevo no acaba de llegar y lo viejo no acaba de morir. Es que estuvimos mucho esperando a Godot».

Las barriadas

«Y con las barriadas yo creo que algunes les podían tirar. Se están produciendo focos de ‘contaminación’, ¿entiendes? Dejémoslo aquí. Otras, no. Las reformaron y yo creo que están bastante bien. La de Lada me da la impresión desde fuera que está bastante bien. Pero hay otras en Ciaño y para arriba, o la misma de la Joécara, que necesitaría, digamos, una intervención modernizadora. Deberíamos de actuar más y de manera más contundente. No se pueden dar con paños calientes. Entre los paños calientes y el ‘esperado a Godot’ se nos va al tiempo. Porque ten en cuenta que ahora ya se están creando más geriátricos que escuelas infantiles».