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Fernando Alonso Treceño

Sobre Asturias, patria querida

Anecdotario en torno a los versos patrios: cuando el Papa Juan Pablo II visitó el Principado reconoció una música popular en el himno

Hace unos días tuve el honor de participar en un debate amistoso celebrado en el Palacio de Ferrera, sobre la idoneidad de modificar el “Himno de Asturias”, convocado por la activa y prestigiosa Sociedad Económica de Amigos del País. En el mismo concurrieron conocidas y relevantes personalidades de la vida local y regional, siendo dirigido, de forma magistral, por Juan García de San Claudio, miembro conspicuo de dicha entidad cultural e intelectual.

Los principales argumentos esgrimidos en favor del ‘statu quo’ fueron la escasa relevancia del mismo debido “a lo que está cayendo” y, sobre todo, el buen y aceptado reconocimiento que goza dentro y fuera de nuestras fronteras. Quienes abogaron por su hipotética sustitución en favor de algunas estrofas del actual Himno a la Santina adujeron razones religiosas e históricas, al ser Asturias la entraña originaria de España y gozar, además, de un texto mucho más enriquecedor y profundo que el oficial.

De este acendrado coloquio, guiado en todo instante por la moderación y el respeto entre los circunstantes, se extrajeron varias y valiosas enseñanzas, resaltando el más que probable origen polaco de la vigente y hermosa melodía, que pone los pelos de punta al ser oída, casi mozartiana y estar muy arraigada en el alma de todos los asturianos. Precisamente, cuando el Papa Juan Pablo II visitó nuestra Tierra se extrañó sobremanera, en el buen sentido, al reconocer una música popular de su infancia al ser interpretado. Quedaron dudas más que razonables sobre la autoría del texto de la canción, elevada a Himno oficial mediante Ley 1/1984, de 27 de abril, firmada por el entonces presidente del Principado, Pedro de Silva Cienfuegos, aunque algunos se inclinaron por su origen cubano, siendo compuesto en tal suposición por un letrista mulato, hijo de un emigrante asturiano que regresaba a su Grado natal.

Tanto los que sostuvieron sostenella y no enmendalla como los que propugnaron una nueva letra, mitad por mitad de ambos himnos, quitando la segunda parte del oficial y poniendo en su lugar el comienzo del dedicado a la Virgen de Covadonga: “Bendita la reina de nuestra montaña que tiene por trono la cuna de España y brilla en la altura más bella que el sol”, defendieron a capa y espada, con pasión, nuestro himno, Asturias, bandera y todo lo que representa.

Desde estas líneas es mi deber y placer ensalzar como se merece la ingente labor que está desarrollando la Sociedad Económica de Amigos del País, siendo mi buen amigo Fernando Balbuena su presidente honorario, por las constantes actividades realizadas en beneficio del espíritu mediante charlas, conferencia, recitales poéticos, presentaciones de libros, es decir, una permanente e ingente tarea al servicio de la mente despierta, la cultura con mayúscula y el pensamiento positivo en medio de una sociedad ajena, casi siempre por pereza, abandono y otros motivos obvios, al libre ejercicio de la libertad y la voluntad creadora.

El debate queda abierto.

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