Velando el fuego

"Europa, Europa"

La incertidumbre de la UE ante las próximas elecciones a la Eurocámara

Javier García Cellino

Javier García Cellino

La vida de Salomón Perel, un judío alemán que sobrevivió al Holocausto, al ocultar su identidad dentro de las filas enemigas, se representa en la película del mismo título que encabeza este artículo, dirigida por la cineasta polaca Agnieszka Holland y que se podría resumir como un homenaje a las personas que lograron resistir la barbarie nazi.

Si el cine es, por lo común, la simulación de la realidad, no lo es menos que en esta ocasión esa realidad tendrá poco de ficción, pues en pocos meses se van a celebrar las elecciones al Parlamento Europeo. Por lo que hueso y carne, intestinos y corazón, serán representados dentro de las urnas y, dependiendo del resultado de las votaciones, Europa podrá quedar convertida en un hueso difícil de roer en adelante, o en un tejido musculoso, más o menos aromático o fácil de digerir, según los momentos.

Cuando tenía trece años los nazis entraron en la casa de Salomón Perel. Una situación que, valga la metáfora al caso, podría repetirse en esta ocasión en el hogar de muchos habitantes de la Unión Europea. No hace falta más que fijarse en algunas circunstancias que, sin duda, sirven para ejercer de arúspices, visto que si estos adivinos examinaban las entrañas de las víctimas para hacer sus presagios, en la actualidad hay multitud de tripas ensangrentadas que no invitan precisamente al optimismo. Así, entre otras, las matanzas de Gaza y Ucrania, o la no imposible reelección de Donald Trump, por citar algunos ejemplos humillantes.

Con frecuencia asoma en los debates entre tertulianos la difícil disección sobre la naturaleza del progreso y su estado actual. Es decir, si nos encontramos en una fase de flujo o reflujo, por citar términos marítimos asimilables en todo a las ondas terrestres. Lo que es lo mismo que plantear si nuestro hábitat reside en un nivel superior de las escaleras o si, por el contrario, no dejamos de bajar peldaños. (En este punto, quizás convendría no perder de vista a George Orwell cuando dijo que "El progreso tecnológico se permite solo cuando sus productos pueden aplicarse de algún modo a disminuir la libertad humana").

Estadísticas fuera, pues ya se sabe cómo acaban resultando las más de las veces, no parece que haya muchos motivos para pensar que, tras el resultado de las elecciones, se vaya a purificar el aire a nuestro alrededor. Muestras sobradas hay ya, basta solo con fijarse en la composición de los distintos parlamentos europeos, a los que la extrema derecha está asomándose a veces, o entrando a saco en otras. Y en el clima de violencia, exacerbada en muchas ocasiones, con el que defienden sus postulados, simples y populistas a un tiempo.

Entre otros factores, el endurecimiento de las políticas migratorias ya está contagiando a varios gobiernos europeos, como un anticipo de lo que vendrá a continuación durante la campaña electoral. Si a esto se une la ortiga del racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia, no resulta exagerado afirmar que el imperio de la razón se encuentra en momentos muy críticos.

Algunos dirán que siempre sucedió igual a lo largo de la historia, y se contentarán con la comparación. Otros argumentarán que, a pesar de todo, es necesario defender un imperativo categórico de vital importancia, lo que sabremos dentro de unos meses.

Queda, por tanto, esperar. Y, a un tiempo, poner velas a quien corresponda para que se aclare el panorama. Si bien, eso necesitaría muchas manos, además de mucha voluntad política. Algo difícil de encontrar, por el momento.

Suscríbete para seguir leyendo