Opinión

La paradoja de la tolerancia, un inquietante símil político en Aller

El fomento de la crispación política al amparo de la libertad de expresión

Allá por 1945, casualmente, el filósofo y politólogo austríaco Karl Popper enunció la famosa paradoja de la tolerancia, que establece que "si una sociedad e ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante finalmente será reducida o destruida por los intolerantes", para que nos entendamos, Popper quería expresar que, para ser capaces de mantener una sociedad tolerante, esa sociedad no puede tolerar la intolerancia.

Juegos de palabras y trabalenguas aparte, Popper sabía bien lo que se decía, pues esa tolerancia desmedida había sumido a Europa y al mundo en uno de los episodios más negros y aciagos de la Historia de la Humanidad.

Pareciera ser que tras esos años de horror la sociedad aprendió bien lo que podía suceder y lo que se podría perder si se toleraban ciertos comportamientos o ciertas "ideas", pero los últimos años nos han mostrado que el ser humano se olvida con facilidad de las experiencias pasadas.

Hoy en día algunas organizaciones políticas se erigen como defensoras a ultranza de la libertad, o de lo que ellos entienden por libertad, la libertad de actuar con total impunidad, de dejar morir a aquellos que levantaron nuestro país y lucharon por nuestra democracia, la libertad de poder mentir descaradamente, de poder lanzar un sinfín de bulos (con el fin de que no todos puedan ser contrastados claro está), la libertad de insultar o faltar sin ningún tipo de descaro.

Un servidor saca este asunto a colación por la tensa situación que en ocasiones se vive, desde el comienzo de la nueva legislatura, en el Ayuntamiento de Aller. Es ya común que, lamentablemente, algunos prostituyan la palabra libertad, más concretamente la libertad de expresión, en nuestro municipio. Mentir, es ahora para algunos libertad de expresión, provocar, es libertad de expresión, insultar, con las fórmulas más ofensivas (asesinos, cobardes, ladrones, dictadores, traidores…) es, como no, libertad de expresión.

Es habitual que en cualquier ayuntamiento, en la Junta, en el Congreso y en cualquier órgano de representación política haya debate, es sano y producente. A veces el debate puede ser más apasionado, más acalorado y otras más anodino, pero siempre desde el respeto y la verdad. Faltando al respeto y la verdad, no puede haber debate posible, no hay libertad de expresión cuando se hace uso de ella para difamar y para faltar a la verdad, menos aún cuando la invocamos para eludir las consecuencias de esa mentira y ese insulto.

Llegados a este punto, los vecinos y vecinas del concejo de Aller sabrán ya perfectamente la cuestión a la que nos referimos y el resto de lectores de la comarca se lo podrán imaginar, ya que, mucho me temo, la situación en sus concejos sea similar, puesto que esa actitud parece a todas luces venir dada de un discurso uniforme para todo el territorio nacional, un discurso cargado del mismo odio, un discurso bien elaborado para el engaño, un discurso, sobre todo, muy bien aprendido.

A las y los socialistas alleranos nuestros convecinos siempre nos podrán encontrar en el diálogo, en la crítica respetuosa, en el trabajo que día a día hacemos por y para ellos, pero nunca nos encontrarán en el engaño, en la crispación, en el insulto.

Que no os intenten engañar con destellos verdes del ayer y fábulas de falsa libertad, el futuro que nos trae el rojo amanecer es lo que todos tenemos que buscar.

Pablo González Afonso, es secretario General de la Agrupación Socialista de Aller

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