El paragües

La lluz encesa

Vicente A. Montes Álvarez

Vicente A. Montes Álvarez

Que Electra Norte, la que fuese Electra de Carbayín, cumpla un siglo de existencia es una satisfacción para todos los sierenses y especialmente para quienes por múltiples razones tenemos vinculación con la empresa. La exposición sirvió para evocarme un pasado de hilo de cobre desnudo, de rollos de IKB en el sótanos de mi casa para las instalaciones, de trepadores para subir a los postes que siempre me parecieron cuernos de «bacaloria» y de llamadas al número 12 avisando de averías.

 No cabe menos desde las líneas que la felicitación al equipo de dirección y gestión y a los descendientes de Perfecto Díaz por conseguir la originalidad de cien años de vida de una empresa sencilla en este sector de los mastodontes del voltio. Esto ha sido posibles porque la familia Díaz lo es en pleno sentido de la palabra y porque supo históricamente valorar a los trabajadores más allá del ámbito laboral, estableciendo con ellos vínculos afectivos y haciendo de la largueza, la comprensión o el agradecimiento los incentivos laborales. Sé de líneas que daban tierra, distinguí cortocircuito de cortacircuito, compartí zozobras por nevadas que hacían averías interminables y recuerdo la voz de mi padre -más cuarenta años trabajando en la Electra- casi gritando por una bombilla de 40 watios innecesariamente encendida.

–«¡Apagad esa luz! ¡Si supieseis el trabajo que conlleva que podamos tener luz, seguro que no la malgastabais!» 

Enhorabuena familia. Fue un placer la intersección de nuestra historia con la vuestra.