Opinión | Dando la lata

Explicaciones

Las necesarias aclaraciones de las actividades profesionales de la mujer de Sánchez

Se nos olvida que una de las obligaciones principales de un gobierno democrático es dar explicaciones. Y el actual ha adquirido la costumbre de no hacerlo.

Dejando de lado la pluralidad de cambios de postura, de nuncas y jamases que se tornaron síes, que evidentemente responden a coyunturales intereses políticos, pregunto: ¿qué tiene de raro que se pidan aclaraciones sobre las actividades profesionales de la esposa del Presidente si tienen relación con lo público, con la Universidad, con el dinero común? Nos enteramos de los cursos que dirige, del África Center, de Air Europa… ¿Y eso no ha de justificarse? ¿Se es facha por reclamar transparencia? Y si no hay nada ilegal ni poco ético, ¿a qué se debe la negativa a poner las cosas en claro?

La exigencia de que un gobierno respete las reglas democráticas obrando con la transparencia debida, dando las explicaciones necesarias y rindiendo cuentas no es de derechas ni izquierdas sino un derecho ciudadano y, por cierto, una obligación de la oposición política y un deber de la prensa libre.

El arrebato victimista del Presidente se queda en aparatosa puesta en escena de un melodrama si no se acompaña de la información requerida. Las acusaciones, el acoso de la derecha y sus medios afines se contrarrestan con la verdad, con papeles. Y si en su entorno familiar hay individuos con economías muy prósperas de origen poco claro, habrá que indagar, digo yo. Porque si eso nos sucediera a nosotros, seguro que seríamos llamados a capítulo.

Por supuesto que tenemos el derecho de saber y el gobierno tiene la obligación de explicar. Y cuanto más evasivo se muestra mayores son las sospechas de que algo se está pudriendo.

Siendo realistas, no podemos aspirar a los niveles éticos que se estilan en las democracias del norte de Europa, donde se dimite al menor desliz, pero tampoco es tolerable que se consienta que un gobierno pase de dar explicaciones, sustituyendo esta obligación por ridículas amenazas de espantada y espectáculos de exaltación de la figura del "amado líder".

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