Opinión
¿Somos una sociedad enferma?
Sobre el caso Alves
Pongamos que hablamos de una chica, veintipocos, con ganas de vivir y de disfrutar con sus amigas. Salen a tomar algo, a bailar y bueno…ya sabes. Chica conoce chico, tontean un rato y él quiere más. Ella no quiere, pero ya no hay vuelta atrás… Chica denuncia chico en medio de una vorágine de cambios legislativos y ¡sopresa! Justicia condena chico.
Según la sentencia los hechos están claros. El consentimiento sexual debe prestarse antes e incluso durante la práctica sexual. Hablemos entonces de clase, de masas, de dinero, de fútbol, de morbo y de impunidad.
No nos engañemos, todas hemos leído la primera línea y hemos pensado en Alves, futbolista y violador. Cuando este caso salió a la luz los comentarios eran que un tipo normativamente guapo, con dinero y grandes oportunidades cambiaba su éxito por una celda. Un sinsentido. ¿Para qué iba a violar alguien como él? La agresión sexual, en su caso como en tantos otros, tiene mucho que ver con el poder, la dominación sobre la otra persona, el reafirmar ciertos aspectos de la masculinidad más casposa. El fútbol es el deporte rey en España, no solo mueve mucho dinero sino también masas por lo que no es de extrañar que la denuncia de la víctima levantase ampollas. Era un caso de David contra Goliat, y sin embargo pareció derrotar al gigante… Hasta la semana pasada, cuando Alves salió en libertad por algo que le aleja del común de los mortales: el dinero.
Y se retoman el drama y los titulares sensacionalistas que dejan a un lado la responsabilidad del delito. La incógnita gira ahora en torno a quién le presta el dinero.
Es el compañerismo, la complicidad, la fraternidad entre los hombres lo que empuja a Neymar a querer pagar. Se habla de otro futbolista, Depay, pero finalmente es una revista brasileña quien paga la fianza de un millón de euros, con la intención de hacer un reportaje en exclusiva. Así que la pregunta ahora es ¿cómo de ciega está una sociedad que niega los hechos probados de un delito solo para exculpar a quien idolatran? ¿Cómo de ciega está una sociedad que no cuestiona y mucho menos interpela a quienes ayudan a excarcelar y liberar de toda responsabilidad a quien ha sido inculpado? ¿Cómo de enferma está una sociedad que apoya y produce un documental sobre el tiempo que pasa en prisión un delincuente?
Hemos conseguido capitalizar, convertir en dinero, absolutamente todo en nuestra sociedad, tanto es así que ya a nadie le importa la reparación emocional de una chica de veintipocos años que tiene que ver cada día a su agresor en la televisión, una chica que tendrá que lidiar con la emisión de un documental donde se la revictimice, aunque no vaya a aparecer. Y peor aún, hemos conseguido darle una vuelta de tuerca más y señalar a Joana Sanz como la mala de esta peli de terror, porque sin conocerla o sin entender su proceso vital condenamos que haya vuelto con un violador, obviando nuevamente que el delincuente es él. Esto, hermanas, se llama impunidad.
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