Lo que cuesta ir al ambulatorio en el ovetense barrio de Otero: una rampa que no acaba de convencer a los vecinos

Tras cuatro años de reformas, la estructura que comunica con el centro de salud requiere mantenimiento constante

Por la izquierda, Manuel Benítez, Esperanza de la Torre, Myriam Rodríguez, Oliva Menéndez, Cuqui Ormazábal, Araceli González y Antonio Carmona en la rampa que conduce al centro de salud. | Fernando Rodríguez

Por la izquierda, Manuel Benítez, Esperanza de la Torre, Myriam Rodríguez, Oliva Menéndez, Cuqui Ormazábal, Araceli González y Antonio Carmona en la rampa que conduce al centro de salud. | Fernando Rodríguez / L. Landázuri

Lorena Landázuri

Lorena Landázuri

En el barrio ovetense de Otero siguen a vueltas con la rampa que comunica una zona del barrio con el centro de salud. Una estructura que, a lo largo de cuatro años, ha sufrido numerosas reformas. Tras una primera versión metálica, los efectos de la climatología no tardaron en provocar estragos dejando al poco tiempo restos de óxido. El año pasado, tras la pertinente reparación en la que se empleó el mismo material, los daños reaparecieron meses después, despertando el descontento de los vecinos que protestaban por los accidentes que tenían lugar en la zona a causa de caídas por lo resbaladizo de la estructura.

La última remodelación se hizo empleando cemento para revestir la superficie. Una alternativa que los usuarios consideran al fin un acierto. "Ahora la gente ya no se resbala y es más estable", indica Araceli González, vicepresidenta de la asociación de vecinos San Lázaro-Otero.

Sin embargo, a pesar de la notable mejora que los residentes del barrio destacan de la rampa, un nuevo elemento ha reabierto el debate acerca de la estructura: la barandilla. "Necesitamos que sea más alta. En mi caso, que uso bastón, es muy difícil bajar o subir por aquí", añade Cuqui Ormazábal, secretaria de la agrupación vecinal, mientras se acerca a la barandilla para evidenciar el desnivel.

Una barandilla más alta y mayor mantenimiento de la rampa en cuyos márgenes empieza a dejarse ver un rastro verde fruto de la humedad, son algunas de las demandas de unos vecinos hartos del largo proceso que lleva la obra. "Con todo el dinero que han invertido aquí podían haber hecho una pasarela eléctrica. La mejora es poca. Ya está todo lleno de verdín y en dos días no hay quien camine por aquí. No lo retiran, no hacen mantenimiento...", indica Esperanza de la Torre, vecina de Otero, quien también pone el foco en algunas de las piedras situadas en los márgenes de la rampa que, tras desprenderse, no se han vuelto a colocar.

Estos desperfectos que los vecinos no dudan en calificar de "chapuza" querrían habérselos transmitido al alcalde Alfredo Canteli en su reciente visita al barrio. No obstante, lamentan no haber podido comunicarse con el edil. "Reconocemos que ha hecho cosas por Otero pero hay mucho por mejorar", cuenta Antonio Carmona, tesorero de la agrupación vecinal.

Entre esas mejoras, los vecinos destacan echar sal en las escaleras y la rampa cuando haya heladas para evitar caídas, realizar tareas de mantenimiento para atajar el deterioro del barrio o renovar el cerco del polideportivo.

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