El gabinete de curiosidades de Enrique Loreau en Villaviciosa: más de 5.000 piezas en colecciones de minerales, fósiles, navajas, plumas, monedas y hasta gomeros
Nacido en Francia hace 81 años, ha convertido su casa en un museo personal con los objetos de todo tipo que ha ido recopilando durante las seis últimas décadas
V. Alonso
Entrar en la casa de Enrique Loreau en Villaviciosa es como adentrarse en un pequeño museo con más de cinco mil piezas de colección que ha ido acumulando a lo largo de más de 60 años, desde que comenzó su afición por recopilar curiosos objetos. Loreau de 81 años, recuerda como su hobby comenzó ya de niño cuando vivía en Francia, donde nació. "Es una afición que heredé de mi padre, Pierre Antoine Loreau. Las primeras colecciones que tuve fueron de soldaditos de plomo y de juguetes, porque mi padre era socio de una fábrica de juguetes”, explica.
Apasionado como pocos al coleccionismo, para Loreau este pasatiempo es un estilo de vida del que aprender y un aliciente diario con el que revivir recuerdos de más de seis décadas de vida dedicadas a recopilar todo tipo de objetos. Entre las diferentes reliquias que se enorgullece de atesorar, figuran colecciones de minerales, fósiles, reproducciones de elefantes, navajas, plumas estilográficas, insectos y hasta mariposas naturales de todos los tamaños. También atesora llaves antiguas de cofres, monedas antiguas de España y otros países, y hasta una rara colección de antiguos tiragomas en madera tallada.
De entre todas las piezas que posee, dice que le tiene especial cariño a una notable colección de navajas. “Tengo más de setecientas de prestigiosas marcas y modelos de países como Francia, Italia, Rusia, y hasta árabes con dagas y vaina grabadas. Algunas son artesanas de Taramundi, otras de plata y la más antigua es una inglesa con más de tres siglos”, detalla orgulloso de la rareza de muchas de las navajas, algunas también con herramientas y hasta con luz y sonido
Otra colección muy significativa es la de figuras de elefantes. "Es un animal que me gusta mucho y me trae de vuelta a la infancia. Tengo más de cien piezas de todos los tamaños y países. Muchas están hechos a mano en papel, cera, cristal, madera, jade de la India, otras son de cerámica de Sargadelos y hasta hay un ejemplar de azabache de Villaviciosa, regalo del artesano maliayés Bernardino Miyar”, afirma Loreau, mostrando piezas increíblemente originales. Otros objetos que confiesa como "debilidad" son las plumas estilográficas. «Las tengo antiguas y modernas, y de icónicas marcas y modelos de todo el mundo», afirma. Las mariposas naturales son otra de sus pasiones. «Tengo más de cincuenta vistosos ejemplares de todos los tamaños. Me gusta mucho estudiar el mundo de los lepidópteros”, asegura.
Entre sus impresionantes recopilaciones, no menos originales son las llaves antiguas de cofres y puertas de otras épocas, monedas antiguas del mundo y hasta una insólitas colección de antiguos tiragomas, algunos de ellos auténticas rarezas. “Son colecciones a las que tengo mucho cariño y son nostalgia de tiempos pasados junto con mi esposa Conchita Roces Niembro, que desde que en 1964 nos casamos siempre me dio su apoyo para esta afición. Ella también tiene buenas colecciones de tazas de café, abanicos y muñecas’’, asegura Loreau, cuyas piezas llenan y decoran estanterías, armarios, vitrinas y paredes de su vivienda, que casi parece un pequeño museo
Pero si hay piezas de las que este apasionado coleccionista se siente especialmente orgulloso son sus minerales y fósiles. “Tengo una colección de más de dos mil, procedentes de varias partes del mundo. Hay auténticas preciosidades, corales, piritas, dolomitas, calcitas, cuarzos, jaspes, serpentinas, azuritas, goehitas o selenitas. Y piezas muy curiosas del Sáhara, del Norte de Africa, o asturianas de fluorita de las minas de Caravia, del Sueve, o de la Collada de Pola de Siero. Todas clasificadas y recopiladas con su nombre. Cada una es una joya", subraya Loreau.
Pero, seguramente, su colección más insólita y valiosa sea la de fósiles, auténticas obras de arte en piedra. "Se crearon hace millones de años y parecen un milagro de la naturaleza. La pieza más valiosa de mi colección es un fósil de pez de la era de devónico, de unos 450 millones de años de antigüedad, que me trajeron de Brasil. Otras a las que tengo mucho aprecio son nummulites con conchas que compre en Egipto y Marruecos. También tengo fósiles verdaderamente singulares y muy bien conservados en rocas sedimentarias, con marcas y restos de plantas, flores, helechos, insectos, peces, moluscos, conchas o caracolas. De gran valor para mí son algunos coprolitos que son restos fecales que han sufrido el proceso de fosilización”, relata este maliayés de adopción, quien explica que son piezas que ha ido comprando en diferentes países . «Me parece que cada fósil es un tesoro natural en antiguas piedras», asegura.
Apasionado de sus objetos, conoce la historia y procedencia de cada uno. Y aunque ha tenido propuestas para comprarle algunas piezas, no quiere desprenderse de ninguna. Sí se está planteado en un futuro exponerlas o donarlas. «El Ateneo de Villaviciosa podría ser un buen lugar para ellas. Sería un orgullo que otros pueden disfrutar de esto tanto como yo», confiesa sobre sus preciadas colecciones, donde todo tiene su propia historia.
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