La histórica guardería de Gijón que cierra sus puertas después de 50 años: "Seguir es inviable"

El centro se despide tras medio siglo activo asediado por el actual escenario de la Educación Infantil y la necesidad de reforma del edificio

Belén y Clara Ojeda, quinta y sexta por la izquierda, junto al resto del equipo del jardín de infancia Flipper. | MARCOS LEÓN

Belén y Clara Ojeda, quinta y sexta por la izquierda, junto al resto del equipo del jardín de infancia Flipper. | MARCOS LEÓN

Somió

A las siete y media de la mañana se abrirán hoy sus puertas para que entren los peques más madrugadores. Las mismas puertas que llevan abriéndose desde 1975 y han visto pasar a generaciones. ¿La diferencia? Que será la última vez. El popular jardín de infancia Flipper cierra tras medio siglo de existencia que es también medio siglo de la historia de Somió, de cuyas familias proceden la mayoría de los niños y niñas que han pasado por allí en estas décadas. De hecho, muchos de los pequeños que han estado en sus aulas, jugado en su patio o comido en su comedor en los últimos cursos son hijos de antiguos alumnos.

El adiós lo han tenido que decidir Belén y Clara Ojeda, las dos hermanas que tomaron el timón de la guardería en 2019. "Justo para la pandemia. El destino ya nos decía algo", explica entre el humor y la resignación Belén, que lleva más de un cuarto de siglo vinculada al centro porque antes de asumir su dirección fue una de las educadoras en plantilla. "Estuve allí muchos años, luego me fui y cuando Inés me lo ofreció me dije pues para adelante con el proyecto", explica Ojeda. Un proyecto que les permitía impulsar el método Montessori de aprendizaje y ofertar su experiencia, y la de su equipo, en materias como la psicomotricidad, inglés, masaje infantil o musicoterapia. Además de dar un apoyo a padres y madres con talleres de todo tipo. Un trabajo en familia pensado para las demás familias.

Una vista del histórico jardín de infancia de Somió.

Una vista del histórico jardín de infancia de Somió.

La Inés a la que se refiere Belén Ojeda es Inés Cañedo-Argüelles, quien durante años fue directora de Flipper –y también persona muy conocida en La Guía por su vinculación con la asociación vecinal, además de pregonera de sus fiestas– en un proyecto que había arrancado su hermana Ana y por el que también pasó su hermana Marta. Así que el jardín de infancia del camino de los Tulipanes pasó de las manos de unas hermanas a las de otras. Y con ellas, la reconocible imagen del simpático y azulado delfín que luce el nombre del acuático protagonista de, primero, una película y luego una serie de televisión de los años sesenta.

Las hermanas Ojeda superaron la pandemia. Y muchos más problemas. Hasta ahora, en que se les han juntado demasiados. La gota que ha colmado el vaso ha sido la necesidad de cambiar la cubierta del edificio, una casona de los años treinta, con el coste que ello supone y tras haber invertido ya muchos miles de euros a lo largo de estos años en parchear una y mil cosas del edifico y sus instalaciones. No hubo formar de llegar a un acuerdo con la propiedad para repartirse de alguna manera la carga más allá de lo que dijera el contrato inicial y llegados a este punto y a este desembolso han tenido que decir basta.

Aunque no es solo una cuestión de reforma. "Hay muchas razones. La baja natalidad, que casi no hay ayudas para las familias que quieren llevar a sus hijos a esos centros, la gratuidad de las escuelas infantiles públicas... todo esto ha hecho que seguir sea inviable", explica Belén Ojeda, que fue presidenta de la Asociación de Escuelas Infantiles Privadas de Asturias (ASEIPA).

Un adiós entre gracias a todos

¿La opción de traspasarlo a alguien? "Ni lo hemos intentado", explica Ojeda consciente de que los problemas que para ellas han sido insalvables, sobre todo con el estado de la edificación, también podrían serlo para quienes ocuparan su lugar. Un legado que han preferido no endosar a nadie. Junto a las hermanas Ojeda se va un equipo de media docena de personas, algunas allí desde hace un cuarto de siglo – "27 años lleva la cocinera", recuerda Ojeda– que en este último curso se ocupaban de una treintena de chiquillos.

Aunque la decisión ha sido meditada y no tiene vuelta atrás, ello no evita que la emoción marque estas últimas horas de vida de Flipper. No habrá fiesta especial pero si una larga lista de agradecimientos. "A todos los que han pasado por aquí en todos estos años", remata Belén Ojeda.

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