Opinión

El cóctel Cao

“El marco y su doble”, una exposición que sobresale en las actividades por el medio siglo de la Casa Natal

La conmemoración del medio siglo de actividad del Museo Casa Natal de Jovellanos ha generado un amplio programa de eventos culturales entre los que sobresale la exposición “El marco y su doble”, comisariada por Paco Cao.

Desde el primer momento esta muestra resulta llamativa por tres motivos: incluir numerosas obras que habitualmente no están expuestas, ubicarse en el Centro de Cultura Antiguo Instituto y, especialmente, su aparente irreverencia respecto a los cánones museográficos convencionales.

Todos estos aspectos reflejan tres realidades de este Museo en el momento presente: la riqueza y heterogeneidad de su colección, la falta de un espacio adecuado para su adecuada exhibición y la demostración práctica del potencial con que cuenta nuestro patrimonio artístico de titularidad municipal.

La primera dificultad con la que lidia esta muestra es dar idea del carácter diverso de esta colección, reunida durante cinco décadas y acrecentada con destacados legados y donaciones, logrando dar una visión representativa de la misma. Cuando hablamos de valorar y seleccionar 195 piezas de entre las más de cuatro mil obras que este Museo atesora, hablamos de un trabajo ingente. El resultado es una suerte de “performance” en la que el protagonista es un repertorio de objetos artísticos que, a su vez, es muestra del amplio ámbito creativo de las bellas artes y que por ello incluye no sólo obras pictóricas y escultóricas si no también fotografía, material audiovisual y artes industriales.

Todas ellas, por complementariedad o por contraste y sin que su autoría, estilo o cronología sean los criterios determinantes, tienen su encaje, resultan potenciadas y trazan las coordenadas esenciales de la creación artística asturiana de los dos últimos siglos. Por no haberse mostrado nunca unas o por haberse visto hace largo tiempo otras, el recorrido implica descubrimientos y no menos interesantes redescubrimientos.

La ubicación de esta exposición no resulta menos llamativa: un Museo que tiene que exhibir sus fondos fuera de sus instalaciones por carecer de espacio suficiente y adecuado para ello y, por tanto, para desarrollar plenamente su actividad. Esa llamada de atención implícita, evidenciando que la muestra no está en el que debería ser su lugar natural, señala una de las anomalías más llamativas que afectan al ámbito cultural gijonés. Mientras tanto Tabacalera sigue vallada y sin uso.

Finalmente, el tercer factor destacable es precisamente la concepción caleidoscópica de la muestra, con un montaje que sorprende pero que es bien seguro que no permite apreciar las muchas horas de dedicación que su diseño y ejecución implican. Con ello se ha conseguido algo tan refrescante como rebajar el nivel de solemnidad de la muestra en relación con la relevancia de la efeméride que se celebra, optando por proponer un juego sugerente articulado mediante secuencias que, en conjunto, resulta novedoso y a la vez es fiel a los tradicionales objetivos de formar, divertir, sorprender y emocionar que toda exposición de este tipo lleva implícitos.

Un cóctel, en su planteamiento gastronómico tradicional, siempre busca impresionar e implica la dificultad de acertar en la combinación de ingredientes afines o contrapuestos para que el resultado tenga identidad y éxito. Este cóctel artístico, el cóctel Cao, lo consigue.

Aparte queda una pregunta en el aire: si tenemos en cuenta que el Museo Casa Natal de Jovellanos, como puede leerse en su misma fachada, es también el Museo de Gijón ¿cuándo tendremos realmente un centro cultural que aborde nuestra historia contemporánea y la evolución urbana de nuestro territorio? Cuanta luz aportarían los fondos de este Museo a esa tarea siempre pendiente.

A mediados de septiembre este montaje desaparecerá y volveremos a la realidad de no saber cuándo, cómo y dónde volvemos a ver muchas de estas obras y, a la par, seguiremos sin lugar en el que conocer nuestra historia reciente, la que nos hizo como somos, la que transcurrió precisamente desde los tiempos de Jovellanos hasta el presente. Frente a certezas, es muy probable que sólo sigamos teniendo futuribles.

Ante todos los retos que aún siguen pendientes para el Museo Casa Natal de Jovellanos, sin duda se impone el “carpe diem” y disfrutar del cóctel Cao.

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