En algunos casos, la red se ha convertido en un verdadero campo de batalla entre hosteleros y clientes insatisfechos. Aunque no es lo habitual, algunas de las críticas en internet son respondidas con sorna por algunos empresarios. Es el caso de un hostelero gijonés que tras recibir una mala crítica a través del portal TripAdvisor se despachó a gusto con el supuesto comensal insatisfecho: "Les invité a la comida con la condición de que no volviesen”.

El comentario del cliente, que se el que hizo saltar todo por los aires, es el siguiente: “Lo siento, a nosotros nos tocó un pulpo hinchado, inmasticable y con mal sabor. Cuando le dijimos en privado a la camarera que el pulpo no estaba bien y que por favor nos trajera la carta para elegir otra cosa, salió el cocinero a prácticamente abroncarnos diciendo, ante nuestra quejas, que si el pulpo estaba hinchado era porque estaba recién cocido, que cómo iba a estar mal si toda la gente lo comía”.

La crítica no acabó aquí: "Para desviar la atención sobre lo importante, que era el mal estado del pulpo que nos tocó a nosotros (no sé a la demás gente) ya empezó a decir que yo, muy malota, le grité delante de todo el bar”, prosigue la crítica, que reconoce: “Mi hijo también dijo alguna palabra que no debiera haber dicho, una situación muy desagradable, que se hubiera solucionado retirando discretamente el pulpo y trayendo otra cosa. Igual pensaron que queríamos irnos sin pagar. Insistimos en pagar todo antes de marchar para nunca más volver y no quiso cobrarnos. Nos dijeron que fuera y que no volviéramos más por allí. Lo siento ¿qué interés íbamos a tener nosotros en que el pulpo estuviera mal? Lo que queríamos era cenar tranquilamente. Una anécdota desagradable, nunca me había ocurrido”.

El empresario no estaba de acuerdo con la crítica, por lo que no se cortó ni un pelo en responder: “Vienen a cenar, se lo come todo y dejan la mitad del pulpo. Lo devuelven por estar ‘pasado’. Yo salgo a la mesa a preguntar que ha pasado (cortesía profesional) y a preguntarles si no les ha gustado la textura (que trisque, con mordisco, como el buen pulpo). Sorpresa me llevo cuando jocosamente me dicen que el pulpo no esta pasado por la textura, sino que está atrasado, y que lo van a llevar a analizar a un laboratorio (su hijo y su marido entre risas). No pierdo un minuto mas con ustedes, y tras reproches de su hijo (diciendo a voces que me va a poner fino en internet, el escondite de los acomplejados) les invito a irse, corriendo la cuenta de mi cargo”.

Las explicaciones del hostelero no terminan aquí: “Usted, a voces para que oyesen todas las mesas, algo que no comprendieron puesto que estaban cenando de esa misma partida de cocción de pulpo, y además por la fama que nos precede, decide levantar la voz al grito de ‘¡No me vas a decir que este pulpo no esta podre!’. Les vuelvo a invitar a irse, a que no vuelvan y a llevarse el pulpo a analizar, y el desconsiderado de su hijo, como un loco, decide llamarme ‘subnormal’ y ‘gilipollas’ mientras le pega una patada a la puerta, incrementando más si podía su grotesco espectáculo”.

Según la versión del propietario del establecimiento, el asunto se zanjó así: “Su marido, que debió de tener una iluminación, se acerca a la barra a pedir perdón, a pagar, y a reconocer que era una tontería lo de llevar el pulpo a analizar, y no le permito entregarme su tarjeta. Solo le pedí que no pagase, pero que ni volviese, ni le montase este show a ningún compañero de profesión más”.