El gran cierre de campaña en LA NUEVA ESPAÑA

Los candidatos asturianos al Congreso chocan en un intenso debate final con más ataques que propuestas

Adriana Lastra: "Los pactos PP-Vox hacen temblar los cimientos democráticos"

Esther Llamazares: "Madrid, Andalucía o Galicia son los modelos a seguir"

Rafael Cofiño: "Falta un Gobierno progresista para mejorar y no retroceder 50 años"

José María Figaredo: "Los españoles se han empobrecido en lo económico y en lo social"

Debate entre los candidatos asturianos al Congreso en LA NUEVA ESPAÑA

Elena M. Chorén

El sorteo sabe mucho. Puso a los candidatos del PP y Vox juntos a la derecha de la mesa, sentó a los del PSOE y Sumar una al lado del otro a la izquierda y ayudó a ordenar la interpretación de los mensajes. El debate electoral del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, la confrontación decisiva entre los aspirantes asturianos al Congreso a tres días de las urnas, hizo muy visible la línea imaginaria que en realidad separa con toda nitidez dos bloques de dos partidos cada uno y compuso una estruendosa colisión de modelos mucho más centrada por momentos en la apelación directa y la negación del contrario que en la concreción propositiva y la proyección proactiva de ofertas para el ciclo legislativo que se avecina. Dos contra dos en 71 minutos de contienda, sostuvieron la riña Esther Llamazares (PP) y José María Figaredo (Vox), Adriana Lastra (PSOE) y Rafael Cofiño (Sumar).

El único debate con público de la campaña asturiana del 23J, en ocasiones bronco y trufado de interrupciones y acusaciones mutuas, reafirmó con contundencia en el sprint final de la campaña las posiciones de salida de la carrera electoral. La cita, moderada por Eloy Méndez, redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA, subrayó la distancia con poca agresividad en el interior de los bloques y abundante pendencia cruzada entre un dúo y otro. Encendieron los ánimos la situación de la ganadería y la Asturias rural, la igualdad, el futuro de las pensiones y, sobre todo, una vez más, la política de pactos entre bloques. Los candidatos se arrojaron cifras, acusaciones de mentir y advertencias de lo que puede pasar si ganan unos o se abrazan los otros. Ante un público aplaudidor, reprobador y murmurador, que Figaredo definió "vibrante" y que sobresalía por la abundancia de cargos públicos, dirigentes y candidatos de las cuatro formaciones en liza, no se molestaron entre sí ni los dos oradores de la derecha ni los dos de la izquierda, pero se interpelaron y hasta se enfadaron mucho, siempre de dos en dos, con los del otro lado.

Igual de ardorosa en la fase defensiva que en la ofensiva, Lastra se enzarzó todo lo que pudo con Figaredo y Llamazares, eligió defender al gobierno al ataque y fue y vino a comparar a todos los pasados de los gobiernos populares. Llamazares consideró que pisaba terreno seguro fiándolo casi todo a la acometida y el señalamiento de los errores cometidos y repartió a dos manos, más a la zona de Lastra que a la de Cofiño. Cofiño se quiso en una versión más seria y comedida, algo más propositiva. Incluso empezó pidiendo permiso para tutear y se desmarcó de Lastra atenuando el triunfalismo: dijo al menos tres veces que "hay margen de mejora". Figaredo, a quien el sorteo emplazó en el extremo de la derecha, optó por la expansividad y la extroversión y empezó y acabó mirando a su derecha. Abrió su primera intervención con un "me parto de risa" e interactuó con un público en el que notaba a los suyos en franca minoría. Para que se vea le va la marcha, dijo "a mí me entretiene el ruido" y Cofiño acabó dándole la razón: han compartido ya tres debates y no le ha escuchado, dijo, "ni una sola propuesta".

Los cuatro obligaron al espectador imparcial a apartar la hojarasca del enfrentamiento para encontrar sólo algunas buenas intenciones concretadas en propuestas reales y tangibles. Se pueden enumerar. No se tarda mucho. Hay servicios públicos e impuestos. Adriana Lastra enunció "un plan de choque contras las listas de espera sanitarias" y "más plazas MIR", "modificar la fiscalidad para que sea justa y progresiva" y "una armonización fiscal para luchar contra el dumping a que nos someten las autonomías que gobierna el PP". Cofiño reclamó "más presupuesto para el sistema sanitario", revalorizar incluso por encima del IPC las pensiones mínimas y no contributivas, volver a subir el salario mínimo, una propuesta fiscal similar y una empresa pública de energía. Llamazares empezó sugiriendo revocar la protección especial del lobo, añadió un "gran pacto de Estado por la sanidad pública", una tarjeta social y sanitaria única para todo el país o el acceso abierto al historial médico para los trabajadores sanitarios de las residencias de mayores... Además de hacer bandera del "todo mal" –el eslogan se lo prestó una vez más Cofiño–, Figaredo pidió "recuperar la financiación de la educación pública" o cortar el gasto "que no importa", en su visión el de las subvenciones a partidos, sindicatos o patronales. Nada se desmandó por los tiempos más allá de lo deseable gracias a Iván Serrano García y Álvaro Pérez Balmori, oficiales de mesa de la Federación Asturiana de Baloncesto, que controlaron los dos minutos y medio que cada candidato tenía por bloque. Aún así, todos apuraron a veces hasta más allá de la campana que señalaba el final.

Hablaron del campo y los servicios públicos, de la fiscalidad y las infraestructuras y para cuando el último de los cinco bloques temáticos les conminó a hablar de pactos, ya el fondo de esta cuestión había quedado implícitamente claro. Incluso aquí, no obstante, los candidatos propusieron por contraposición: Lastra advirtió de que cada vez que el PP pacta con Vox "tiemblan los cimientos democráticos del país"; y Cofiño, de que la derecha "tardará pocos días en cargarse la reforma laboral". Figaredo tiende la mano "para cualquier pacto que sirva para sacar al socialismo del gobierno" y Llamazares es la única que prefiere no hablar de pactos. De los suyos. Queda claro que quiere desmarcar al PP de ese debate –como "partido de gobierno llamado a gobernar"–, pero ya ha mencionado a Bildu y también deja al pasar su constancia de que la complicidad que PSOE y Sumar no disimulan "da vergüenza".

Educación, sanidad y servicios sociales pactos

Tensión por la violencia de género y las pensiones

Sumar y Vox piden mejorar las condiciones del personal sanitario y el PP agita las consecuencias del "solo sí es sí"

Pablo Álvarez

La violencia de género y las pensiones originaron las controversias más enconadas en el apartado dedicado a servicios sociales, sanidad, educación y derechos de la mujer. «Pienso en el miedo de las 700 mujeres asturianas que tienen una orden de protección sabiendo la derecha puede gobernar en este país», señaló la socialista Adriana Lastra. A lo que la popular Esther Llamazares respondió: «Las mujeres con miedo son aquellas a cuyos violadores pusieron ustedes en la calle por la ley del ‘solo sí es sí’. Ustedes no representan a casi ninguna mujer, y a las que representaban ya las han dividido también con su forma de legislar». «Con este gobierno, las mujeres están más inseguras que nunca. Muchos violadores han sido excarcelados y los crímenes contra las mujeres siguen aumentando», argumentó José María Figaredo, de Vox.

La candidata socialista comenzó criticando a la Comunidad de Madrid por impedir durante la pandemia de covid-19 que los mayores alojados en residencias pudieran ser atendidos en hospitales. Y acto seguido entró en el campo de las pensiones: «Los 300.000 pensionistas asturianos tienen que saber que si gobierna la derecha corre en riesgo su pensión». Figaredo la interrumpió: «Es falso. Sois vosotros los que habéis saqueado y troceado la caja de las pensiones». Rafael Cofiño expuso el plan de su partido: «Sumar va a revalorizar las pensiones según el IPC, y por encima en el caso de las pensiones mínimas y no contributivas».

Cofiño huyó del triunfalismo: «No vamos a engañar a la población. La situación de los servicios sociales es mejorable». Pero acto seguido reivindicó a su partido: « Por eso hace falta un gobierno progresista: para mejorarlas y no retroceder 45 o 50 años. Tenemos que invertir más dinero en sanidad y servicios sociales». También es mejorable, a juicio del candidato de Sumar, «la situación de los profesionales sanitarios: «Sufren una sobrecarga de trabajo. Es necesario mejorar sus condiciones y los incentivos económicos y formativos». Los trabajadores de la salud recibieron el respaldo de Vox: «Cada vez están en peores condiciones», indicó Figaredo, quien agregó que «los servicios sociales a día de hoy son peores: cada vez hay más listas de espera en la sanidad y en las residencias de ancianos».

Educación y becas

Cofiño reseñó la necesidad de «un plan de choque para Atención Primaria». Esther Llamazares propuso, por parte del PP, «un gran pacto de estado por la sanidad pública» y destacó que la Ley General de Sanidad «tiene 37 años», a lo que Cofiño le apostilló que Sumar lleva en su programa una nueva ley del sistema nacional de salud. El PP se compromete a lanzar «una tarjeta social y sanitaria única que sea interoperable en las 17 comunidades autónomas» para dar respuesta a situaciones como que «las enfermeras de las residencias no pueden acceder al historial médico de una persona mayor». Adriana Lastra propuso «un plan de choque contra las listas de espera y más plazas MIR».

La candidata del PSOE expuso la prioridad de su formación de «una educación pública de calidad con más becas de mayor cuantía y no becando a los hijos de los más ricos». En este aspecto, Figaredo se mostró muy críticos: «La exigencia del sistema educativo cae de manera sistemática. Ha desaparecido la educación como ascensor social y ustedes la han sustituido por las matemáticas con perspectiva de género, la educación en géneros binarios... Al final buscan una sociedad manipulable y restringir libertades».

Pactos

Todos, salvo el PP, dan por hecho que harán acuerdos

Lastra dice que «los pactos PP-Vox hacen temblar la democracia», y Figaredo pide consenso para «sacar al socialismo del poder»

Pablo Álvarez

De los cuatro participantes en el debate, tres expresaron abiertamente su disposición a alcanzar pactos postelectorales y una, Esther Llamazares (PP), no quiso entrar en la cuestión. Y argumentó su negativa: «El PP es un partido llamado a gobernar. Lo lógico es que ponga sobre la mesa su propuesta de Gobierno y que los ciudadanos sepan qué es lo que quiere hacer. Mala imagen estamos dando a los ciudadanos si los partidos ya salen hasta con los acuerdos preparados. Para esto podían ahorrar dinero e ir como un único partido».

Entre tanto, Adriana Lastra, Rafael Cofiño y José María Figaredo se manifestaron abiertos a los pactos. Según la candidata del PSOE, «las mayorías absolutas se acabaron para mucho tiempo y son necesarios los acuerdos». A juicio de Lastra, «lo importante de los pactos es para qué son. ¿Para subir las pensiones? Sí. ¿Para subir el salario mínimo? Sí. ¿Para hacer una reforma laboral que dispare la contratación y recupere derechos laborales perdidos? Sí. ¿Para proteger a las clases medias y trabajadoras de este país? Sí». La representante socialista resumió la posición de su partido: «Sólo hay dos opciones tras el 23 de julio: los pactos de progreso para que España siga avanzando, creciendo y repartiendo riqueza; o los que nos llevarán 40 años atrás, como los que está firmando la derecha, y que significan retrocesos, censuras y persecución al pensamiento crítico».

Esther Llamazares criticó a Pedro Sánchez: «En 2019, dijo que nunca pactaría con Podemos y con los populistas porque llevaríamos a España a la misma situación de Venezuela». Y Lastra replicó: «Le recuerdo lo que dijo la señora Guardiola, de Extremadura, de que nunca pactaría con Vox por sus ataques a las libertades, a las mujeres o al colectivo LGTBI, y a los tres días tuvo que comerse sus palabras porque el señor Feijóo la obligó a pactar con esos mismos. No me dé lecciones de esto porque ustedes tienen mucho que callar. Cada vez que se celebra un pacto del PP y Vox tiemblan los cimientos democráticos».

Reforma laboral

Desde Sumar, Rafael Cofiño indicó que «nuestro objetivo fundamental es pactar, acordar, dialogar y consensuar. Y Yolanda Díaz ha demostrado que sabe pactar al llegar a acuerdos con sindicatos y patronal; cuando mucha gente pensaba que no era posible, y logró una gran reforma laboral». Cofiño pronosticó que «si hay un gobierno de PP y Vox, tardarán pocos días, como sucedió la última vez que gobernó el PP, en cargarse la reforma laboral». El candidato de Sumar respaldó la postura de Díaz de alcanzar «acuerdos que duren diez años y no zascas o memes que duren diez segundos o diez minutos», a lo que Esther Llamazares respondió: «Pues Yolanda Díaz es la reina de los memes, y los busca con cierto ahínco y de manera permanente».

José María Figaredo aseveró que Vox tiene «la mano tendida para cualquier acuerdo razonable que sirva para sacar las políticas socialistas del poder. Unas políticas que han empobrecido a España. Frente a lo que dice Adriana Lastra, España aún no ha recuperado el PIB de 2019 si descontamos la inflación». El candidato de Vox apostó por «dar la vuelta a unas políticas que han empobrecido a los españoles en lo económico y en lo social. La situación con este Gobierno ha empeorado en todos los aspectos posibles, y tenemos que darle un giro de 180 grados. Siempre vamos a tener la mano tendida para un Gobierno que busque eso».

Economía, fiscalidad y fondos europeos

La brecha de la reforma laboral y la política fiscal se expande

Llamazares asume Madrid como «modelo» mientras la izquierda hace bandera de la subida tributaria a los ricos

M. Palicio

Cuando el debate económico abre la brecha entre bloques, Rafael Cofiño (Sumar) identifica en la reforma laboral un «elemento clave» con «margen» de mejora y Adriana Lastra (PSOE) abunda con un cambio de paradigma «que está llenando la hucha de las pensiones y nos está haciendo crear más empleo que nunca». Pero Esther Llamazares (PP) saca la duración media de los contratos –«51 días, la más baja desde 2006»–, se acuerda de la figura de los fijos discontinuos, que «han venido a castigar a los trabajadores», y deja que José María Figaredo (Vox) añada que «desde su reforma las horas cotizadas han bajado en España» y que la situación, así, en general, «es un desastre».

Si se enciende la luz de la política fiscal, la distancia crece cuando los candidatos de la izquierda defienden al unísono las mismas bases de una propuesta tributaria que Lastra enuncia con la necesidad de que «pague más quien más tiene» y Cofiño apuntala su argumento recordando que «la presión fiscal en España está siete puntos por debajo de la media europea. El uno por ciento de las grandes riquezas debe tributar más», avanza mientras la aspirante socialista opone su propuesta a la del PP, que «baja los impuestos a los ricos y se los suben a las clases medias y trabajadoras» y la popular no llega a exponer esta vez la rebaja fiscal que está en la base de su programa, pero sí salta a la sola mención del modelo tributario de la Comunidad de Madrid. «Siento mucho el trauma de la señora lastra con Madrid», apunta, «pero es un modelo. Salvo que tengan la concepción de que los madrileños no saben lo que hacen». El modelo de Lastra es más Asturias, «la región del norte a la que más empresas vienen»; Llamazares le puede poner también «Andalucía o Galicia».

Ordenación del territorio, crisis demográfica y asturias rural

Lucha de bloques por el favor del campo: de la protección del lobo al aviso del «populismo»

El PSOE defiende frente a Vox la reforma de la PAC, el PP propone sacar al cánido del Lespre en cien días y Sumar alerta contra «los engaños»

 M. Palicio

El encabezamiento del bloque temático proponía hablar de «ordenación del territorio, crisis demográfica y Asturias rural» y Adriana Lastra, primera interviniente por sorteo, entró en el tema por las infraestructuras. Con un «no hay nada que vertebre más el territorio que unas buenas infraestructuras», la candidata del PSOE presumió de lo hecho en una «legislatura histórica para Asturias» en inversiones y comunicaciones y dio pie al resto de la mesa a seguir por esa vereda. La popular Esther Llamazares contradijo lo hecho con lo que queda pendiente mientras encajaba al Principado entre las autonomías «olvidadas» por el Gobierno de coalición y el aspirante de Vox, José María Figaredo, se preguntaba a su lado «dónde está el dinero» y proclamaba, por elevación, que «todo lo que estáis tocando lo estropeáis».

Después de que Rafael Cofiño (Sumar) reclamase «planes estratégicos» para las cercanías y «políticas ambiciosas» de ordenación del territorio, el debate recondujo su primer bloque temático hacia el abierto enfrentamiento entre la izquierda y la derecha por el favor del medio rural asturiano. Lastra se arrogó una «modificación de la Política Agraria Común (PAC) que por primera vez beneficia a las explotaciones tradicionales asturianas» y contrasta con la que atribuye al PP, beneficiosa «para los grandes terratenientes del sur». Eso la enzarzó en la primera de varias trifulcas con Figaredo cuando el candidato de Vox quiso restar impacto a la aportación comunitaria a las rentas agrarias. Él calculó en «1.500 euros al año lo que recibe una explotación de treinta vacas» y la socialista le replicó con rima: «Son 15.000... Te falta un cero, Figaredo».

Esther Llamazares coló muy al final del bloque, casi sobre la campana del final de su último turno, la propuesta estrella del PP para el campo asturiano, «sacar al lobo del listado de especies protegidas, el lespre, en los primeros cien días de Gobierno». Asunto espinoso, el PSOE no había entrado ahí, pero el candidato de Sumar no quiso perder la oportunidad de dejar una advertencia que implícitamente remite a Vox y a sus desvelos por captar al votante rural. Cogió por la palabra a Figaredo, que venía de reconocer que el ruido, el del público, «me entretiene», y le replicó que «lo ha dicho muy bien, le gusta hacer ruido». Fue su introducción para el aviso de que «no hay que engañar a la gente y buscar soluciones primarias, populistas. No se puede engañar al sector primario», concretó, «que requiere políticas valientes» pero que no son en absoluto sencillas. «Por supuesto que la situación del sector agropecuario es mejorable», concluyó, pero lo que necesita son «más inversiones, cumplimiento real de la PAC y de la ley de cadena alimentaria».

Grandes infraestructuras pendientes

Dos formas de mirar la Variante y las comunicaciones de Asturias

M. Palicio

PSOE y PP se disputan la paternidad e inauguración de los túneles, y Sumar y Vox claman de modos distintos contra los peajes

 Adriana Lastra (PSOE) y Esther Llamazares (PP) se empiezan disputando la paternidad de la Variante de Pajares y acaban discutiendo por quién la inaugurará. Que si un gobierno del PP puso la primera dovela de la obra, que si no pusieron más que una dovela y luego «levantaron traviesas» para evitar el paso de las mercancías, que si llega en otoño y la cinta la corta Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo... La supuesta inminencia de la llegada de la alta velocidad ferroviaria –«Barbón ya puso el chalequín amarillo dos veces para inaugurarla», alerta José María Figaredo (Vox)– introdujo el debate electoral de LA NUEVA ESPAÑA en el territorio de las grandes infraestructuras pendientes. O más bien los diez minutos de diálogo que confrontaron la «Asturias abandonada» que pintó la candidata popular con «los 1.500 millones ya firmados para el plan de cercanías» que opuso la socialista, o su añadido de los trenes gratis hasta 2029 que levantó como parapeto cuando el resto de la mesa le mencionó la controversia del pasado invierno con «los trenes que no entraban en los túneles».

A su lado, el hombre en los carteles de Sumar por Asturias, Rafael Cofiño, suma a la ecuación la eliminación del peaje del Huerna, una «urgencia», y tras ligar la conectividad y «la infraestructura fuerte» de cercanías con el desarrollo de la Asturias rural cuela aquí también su propuesta de una empresa pública de energía. Figaredo oye peaje y afea al PSOE los que están previstos «en todas las autovías hasta 2024» y ataca con que «para fijar población no basta con poner un tren», con que también «hay que permitir que la gente de nuestro entorno rural se gane la vida».

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El debate de LA NUEVA ESPAÑA reunió a buena parte de la clase política asturiana. Entre los asistentes estuvieron Juan Cofiño, presidente de la Junta, así como su antecesor, Marcelino Marcos, y los consejeros Alejandro Calvo, Lydia Espina y Berta Piñán. Por el PSOE, también acudieron la «número dos», Gimena Llamedo; la portavoz parlamentaria, Dolores Carcedo; y los diputados y líderes de la formación en Gijón y Avilés, respectivamente, Monchu García y Luis Ramón Fernández Huerga. Por parte del PP, estaban su portavoz parlamentario, Diego Canga; el secretario general, Álvaro Queipo; la candidata al Congreso Mercedes Fernández; el candidato al Senado y líder en Gijón, Pablo González; los diputados en la Junta Pilar Fernández Pardo, Beatriz Polledo y Andrés Ruiz; y el exdiputado y exsenador José Ramón García Cañal. Por Sumar, asistieron los ediles en Oviedo Gaspar Llamazares y Cristina Pontón; y por Vox, el diputado en la Junta Javier Jové y la edil ovetense Sonsoles Peralta.

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