Opinión

Yo soy feminista

Un día con poco que celebrar y mucho que reivindicar

–Necesitaba un biberón.

–¿Es para un niño o una niña?

–¿Succionan de manera distinta?

Lejos de parecer una caricatura de la realidad es algo que me pasó hace un par de años en una farmacia de nuestra ciudad. Uno de esos pequeños detalles que nos pasan desapercibidos y que van construyendo un imaginario que marca la verdadera igualdad de oportunidades que puede existir.

Nuestros parques y patios, a pesar del esfuerzo de cada vez más gente, siguen segregando y etiquetando aquello que se supone que es "propio" de niños y aquello que es "propio" de niñas. Una reproducción constante de patrones que circunscriben vocaciones científicas, deportivas, sociales… a un lado o a otro.

Si somos realmente críticos y nos ponemos unas gafas violetas, nos daremos cuenta de tantas pequeñas cosas que siguen alimentando la desigualdad existente. Son como l’orbayu. Sibilino, discreto, que parece no mojar, pero nos empapa… Hablar de deconstrucción es eso. Ser capaces de identificar esas pequeñas cosas que hacemos, y dejamos de hacer, que retroalimentan una realidad.

Sumemos a esto algo muy curioso. En estos tiempos que corren, surgen muchas voces que se alzan orgullosas en contra del feminismo. Voces que creen que está todo conseguido y que vivimos en una especie de capricho resentido por cambiar una realidad milenaria en nuestras sociedades. Que creen que hablar de feminismo es eliminar derechos de los paisanos, cuando se trata de eliminar privilegios. Unos privilegios que generan una desigualdad sistémica que hace tan difícil redistribuir el poder de nuestras estructuras sociales.

Si bien es cierto que hemos ido consiguiendo que el papel vaya recogiendo y reconociendo al 50% de nuestra población. No es menos cierto que no basta y que el papel lo soporta todo; que nuestros sesgos y maneras de construir la sociedad siguen languideciendo de un reconocimiento efectivo de la igualdad. ¿Por qué?... por que partimos de una realidad insultantemente desigual. Y esa diversidad no sería un problema si no condicionara de manera tan manifiesta la vida de tantas personas. Hoy en día, ser mujer supone un desarrollo vital más difícil, complejo y próximo a situaciones de exclusión y vulnerabilidad. Menos que hace 40 años, pero radicalmente insuficiente. Más bochornoso en otras latitudes del planeta, pero latente en nuestro entorno.

Y esto es evidente en datos y realidades que nos rodean. ¿Qué profesiones son menos reconocidas en nuestra sociedad y quiénes las desarrollan? ¿Quiénes lideran los hogares monoparentales en nuestra ciudad y región? ¿Quiénes suman más en la tasa de pobreza y exclusión? No es necesario profundizar en complejas investigaciones: las mujeres.

Hoy es 8 de marzo. Un día con poco que celebrar y mucho que reivindicar. Un día que no finaliza a las 23.59. Un día que nos recuerda que nuestra sociedad se sigue cimentando a costa del sufrimiento y sacrificio de muchas mujeres. El camino para avanzar en una verdadera igualdad… el feminismo.

Suscríbete para seguir leyendo