El Instituto del Carbono de La Corredoria ya alcanza el medio centenar de proyectos

El equipamiento, que se ha reinventado fuera del carbón, cuenta con 150 trabajadores y está inmerso en un proceso de excelencia del CSIC

Por la izquierda, Diego Vallinas, Nausika Querejeta, David Fernández, Diego Cimadevilla, Juan Gancedo, Antonio Martín y  Pilar González, del Grupo de Procesos Energéticos y Reducción de Emisiones.. | Fernando Rodríguez

Por la izquierda, Diego Vallinas, Nausika Querejeta, David Fernández, Diego Cimadevilla, Juan Gancedo, Antonio Martín y Pilar González, del Grupo de Procesos Energéticos y Reducción de Emisiones.. | Fernando Rodríguez

El Instituto del Carbono (Incar), y La Corredoria se parecían bien poco a lo que son hoy cuando unieron sus caminos en los años sesenta. El centro daba servicio a la entonces emergente industria del carbón y a su alrededor "todo era prao". Ahora, el barrio ronda los 20.000 habitantes y el instituto se ha tenido que reinventar. En 2020 dejó de llamarse Instituto del Carbón y sus líneas de investigación han girado hacia la descarbonización, los proyectos de captura de CO2 y de hidrógeno renovable a partir de la biomasa. No obstante, los cambios no le han impedido gozar de buena salud a sus 77 años, con 50 proyectos científicos en marcha y 150 trabajadores en plantilla, medio centenar más que hace cuatro años.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del que depende el Incar, anunció el mes pasado que el centro de La Corredoria había obtenido su premio "Aspira Max-Josefa Barba". Lo hizo tras superar un ambicioso proyecto de autoevaluación global, donde señalaron algunos aspectos a mejorar en el centro, como la estrategia de equipo o la capacidad para atraer talento de fuera de Asturias. Tienen el honor de ser el único equipamiento asturiano que logra este reconocimiento, que pretende orientar a los equipamientos que lo ostentan hacia la excelencia. Además del Incar, otros 39 institutos españoles están inmersos en este proceso del CSIC.

Dicha excelencia pasa ahora a una segunda fase, donde antes de final de año se evaluará una propuesta de soluciones para los problemas planteados en la primera fase. Con la ayuda de un comité externo, elaborarán un proyecto científico a tres años vista. Desde el Incar, son optimistas para superar también esta segunda fase. En caso de que así sea, la tercera fase de la excelencia comenzará el 1 de enero de 2025.

Todo ello tendrá un efecto inmediato en el centro. "Trabajar en los sellos de excelencia genera más proyectos, e indirectamente, más puestos de trabajo", explica el director del centro, Fabián Suárez. En la plantilla hay un personal científico fijo que es el que lidera las distintas investigaciones; un personal técnico y de gestión y un personal temporal que fluctúa en función de los proyectos. Estos últimos son los que realizan los ensayos, extraen datos y sacan conclusiones. El Incar se divide en grupos de investigación, que abordan aspectos variados como, por ejemplo, los procesos energéticos y la reducción de emisiones. En ellos, se integran alumnos doctorales o postdoctorales y algunos becados que el CSIC envía a sus institutos para fomentar la ilusión investigadora entre los jóvenes.