Lo hacen mejor que Gila

Tina Villar

Tina Villar

¡Ay, la política española! Ese caleidoscopio de intrigas y dramas que haría ruborizar al mismísimo Shakespeare, se ha convertido en un espectáculo circense, lleno de sorpresas, que acaba haciéndome reír.

El elenco de personajes no puede ser más variopinto. Desde el presidente con su impecable peinado (que debe tener un contrato millonario con la laca) hasta el líder de la oposición, con sus intensos discursos que podrían rivalizar con una telenovela venezolana, la función siempre promete.

No podemos olvidarnos de los partidos minoritarios, esos actores secundarios que intentan robarse el show con propuestas tan originales que una no sabe si aplaudir o buscar la cámara oculta.

En el Congreso la situación es más entretenida que un capítulo de “La que se avecina”, las discusiones son tan acaloradas que hasta los ventiladores del recinto se ponen nerviosos. Y cuando llega el momento de las votaciones parecen niños intentando decidir quién tiene el juguete más guay.

Pero lo mejor son las coaliciones. Esas alianzas políticas tan estables como un castillo de naipes en día de viento. Una nunca sabe quién se va a enfadar con quien y si el próximo gobierno será un coctel explosivo de ideologías que no lo comprenden ni los propios protagonistas.

Y, por supuesto, está la corrupción. Ese toque dramático que no puede faltar en una buena trama política. Importa poco que intenten taparlos con discursos grandilocuentes, siempre hay un escándalo asomando la patita, como un gato travieso que se cuela en escena.

Resumiendo, la política en España es como una comedia de enredos donde los protagonistas intentan gobernar mientras en el público nos preguntamos si estamos viendo un programa de humor o un documental sobre la condición humana.

A veces nos asegura risas, otras veces lágrimas, pero siempre un constante suministro de memes para alimentar nuestras redes sociales.

¡Qué viva la tragicomedia política española!