Un camjno entre pucheros

Parada para comer un buen pote en Infiesto

Autenticidad y amor por las raíces de la cocina asturiana son dos ingredientes fundamentales en La Posada de Barro, un local con encanto, calidez y servicio cercano

Liliana Barro posa en la terraza de su hotel-restaurante La Posada de Barro, en Infiesto (Piloña).

Liliana Barro posa en la terraza de su hotel-restaurante La Posada de Barro, en Infiesto (Piloña). / Ana Paz Paredes

Desde que se traspasa el umbral de la cafetería del hotel y restaurante La Posada de Barro, en Infiesto (Piloña), se queda el viajero enganchado a un local decorado con gusto y con historia, con mucha madera y con muchos recuerdos del mundo rural allá donde mires. Un comedor cálido con grandes ventanales que asoman al río Piloña, y con una chimenea que aún le dota de mayor encanto, invita a degustar en sus mesas todo lo rico que allí se prepara, para disfrute de sus comensales.

Parada para comer un buen pote en Infiesto

Cebollas rellenas de bonito acompañadas de patatas fritas. / Ana Paz Paredes

Los hermanos Barro –Liliana, Iván y Silvia– son los continuadores de sus padres, Hortensia y Modesto, ya jubilados, que un día decidieron abrir su propio negocio en la capital piloñesa rehabilitando con mimo una casa del año 1730, como recuerda Liliana. Ella es la gerente y «un poco de todo», como ella misma se define con una sonrisa, de esta cafetería, restaurante y hotel donde el tiempo se detiene, plácido, para saborear sin prisa pero sin pausa lo que cocina Anadita Cortés. «Antiguamente fue posada y se llamaba Casa Naredo. Cuando compramos el edificio llevaba muchos años sin uso y tuvimos que hacer una restauración importante. Ahora tenemos abajo la sidrería, con terraza, que da arriba. A pie de calle, la cafetería y el comedor; y en las plantas superiores, las habitaciones, todas con nombres de árboles autóctonos», explica.

Durante la semana tienen un menú casero y variado a 12 euros, con dos primeros, dos segundos y postres a elegir, que los sábados sube a 15 y los domingos a 20, pues se incrementa el número de los mismos además de que son un poco más especiales.

Parada para comer un buen pote en Infiesto

Pote asturiano. / Ana Paz Paredes

Entre las elaboraciones que más gustan están el pote, los tortos variados, las cebollas rellenas de bonito, las setas a la crema con virutas de jamón, la ensalada La Posada, las croquetas caseras de jamón, la fabada (por encargo), los chipirones a la plancha, el filete al quesu o el plato campesino. También tienen demanda sus carnes, que, además, proceden de su propia ganadería. A destacar la chuleta, el churrasco, el solomillo, el chuletón y la picaña de ternera. Tampoco faltan el cachopo y pescados como el bacalao, la merluza y, en temporada, el bonito, tanto a la plancha como en rollo. En postres: la tarta de sidra con manzana y crema de limón, la de avellana y chocolate o la de queso, sin que falten el arroz con leche ni la compota de manzana. Excepto en fiestas, julio y agosto, que abren todos los días, cierran los miércoles por descanso. En fin de semana se recomienda reservar en el 985710489.

Antes o después de comer en Piloña

Santuario

Parada para comer un buen pote en Infiesto

La virgen de la Cueva / Ana Paz Paredes

El de la Virgen de la Cueva es de visita obligada. Apenas a un kilómetro de Infiesto. Desde allí parte la senda de la Peridiella, paralela al río La Marea. 

Conocer Espinaréu

Parada para comer un buen pote en Infiesto

Espinaréu. / Ana Paz Paredes

Es no solo un disfrute para los que gustan de pueblos singulares, sino también un recorrido etnográfico de gran valor por sus hórreos y paneras. 

La Pesanca

Parada para comer un buen pote en Infiesto

La Pesanca / Ana Paz Paredes

Es una área recreativa, en medio del bosque, donde una vez que se va se repite. De allí parte, además, una ruta increíble, la de las foces del Infierno. 

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